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Amor de nubes

AMOR DE NUBES

Hace años Lorenzo el cúmulo del este se enamoro de una delgada Cirro que respondía al nombre de Mía.
Cada tarde cuando el trópico había llenado sus barriles de suficiente agua. Lorenzo (Alias El Loren, como se le conocía en el firmamento), procuraba encontrarse cerca de ella a eso de las dos o tres de la tarde, hora en que debía lloverse, para mostrar su cosecha de la evaporación del día y sus músculos de cúmulo. Así es como se enamoran las nubes.
Nunca Mía le presto atención y siempre bien blanca y filamentosa permanecía un poco mas arriba mirando el espectáculo de la precipitación, con el ansia más bien de contemplar un arco iris.
Un día no tuvo otro remedio que mirarle la cara, pues el cupido del cielo, se empeño en cruzarles un rayo de nube a nube, condescendiente y celestino por el amor del joven Lorenzo y la abstraída conducta de Mía.
Saltó de pronto pues el rayo le hizo blanco entre los pequeños senos y miró al frente adolorida, entonces se encontró con los intensos ojos verdes de aquel formidable cúmulo que no dejaba de mirarla.
El corrió a sostenerla y ella, por primera vez muy a gusto le envolvió con sus finos brazos, sosteniéndose para no caer. Vamos que pareciera un abrazo poco casual.
Aunque siguieron descargas “cupídicas”de diversión y entre carcajadas, el niño de flechas seguía cruzando ambos núbicos corazones.
Dicen que se casaron y cuando se enteraron que yo estaba publicando su bello romance. Vinieron al patio de mi casa para enseñarme el fruto de su amor. Un pequeño y bello cirrocúmulo que; sosteniéndolo desde arriba, hundieron sus pies en el aire cerca de la tierra al fondo de la casa, para que yo lo bendijera con una sonrisa


Dr Jose Roberto Hernandez (Vampi)
 

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