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Anécdotas de un poeta - La Paloma

Anécdotas de un poeta

La Paloma

Allá por los años 1991 y 1993 tuve la oportunidad de disfrutar de dos gratas noches, trabajando. Sí, podrá parecer extraño pero pocas veces más me he divertido tanto mientras daba el callo. Si acaso, algunas otras noches en el pub EL HOBBITT II y, ya muy lejos pero más próximamente, cuando realizaba una buena venta vendiendo cupones de la ONCE,

Habitualmente, nuestra estancia en EL BUNKER – chiringuito en la Sierra de Madrid – fue muy agradable. No tuvimos ningún conflicto con el público, salvo una bronca a causa del volumen de la música con un vecino que por lo visto era Policía Municipal de Madrid. Pero todo concluyó tras el consabido cambio de insultos y no llegamos a las manos. Es más, a los pocos días volvió una noche a tomar unas copas con unos amigos y les invité a ellas con lo cual quedó saldado definitivamente el percance.

Como es sabido por mis lectores españoles, lo aclaro para quienes no lo son, el día 15 de agosto es festivo en nuestro país. Celebramos la llamada Virgen de Agosto. En Asturias, la Virgen de Begoña. En Madrid, la Virgen de la Paloma. ¡Quién me iba a decir a mí que años más tarde cantaría la famosa zarzuela LA VERBENA DE LA PALOMA! Por entonces había abandonado el canto, a veces canturreaba algo y soltaba algún agudo para solaz de mis clientes, quienes lo celebraban bebiéndose otra ronda de cerveza, pero nada me hacía soñar que más tarde – cercano ya a los 60 años – debutaría en el teatro.

Ya digo, las veladas en EL BUNKER eran muy agradables. Las veladas y el resto de la jornada desde que abríamos a eso de las 10 de la mañana. Pero las noches de la Paloma fueron especiales. En ambos años la Comunidad de Vecinos nos concedió la explotación del quiosco de la plaza y mientras mis hijos, con 18 y casi 17 años respectivamente, ayudados por algún amigo al cual se le daba una propinilla, atendían “a machete” como dijo uno de ellos a los veraneantes bailarines que no hacían más que consumir cubatas y cervezas entre baile y baile mi esposa, mi cuñado y yo despachábamos arriba en EL BUNKER a los más tranquilos o menos jóvenes.

Cuando acababa la música en la plaza todos se subían a la terraza y allí continuaban consumiendo. Tuvimos anécdotas que hoy en día me hacen sonreír por lo cómicas que fueron: El primer año alguien, se ve que en plena melopea etílica, arrancó de cuajo la taza del inodoro. Tuvimos que estar más de dos horas echando copas con el agua por los tobillos, expuestos a una descarga eléctrica pero riéndonos a mandíbula batiente.

Chistes y más chistes mientras el barril de cerveza se agotaba y las cajas de whisky desaparecían. La “nevera asesina”, se ve que estaba comunicada y si no tenías precaución te sacudía una descarga ya era tomada por nosotros a chacota. La teníamos que abrir tirando de la manilla de la puerta con una toalla, ya que así estábamos libres de peligro.

Las camisetas sin mangas y muy abiertas, sujetas solamente con unas tiras en los hombros nos hicieron pasar ratos inolvidables al menos para mí. En la mía habíamos dibujado EL JEFE y en las de ellos sus correspondientes nombres, pero la guasa se producía cuando aquella muchacha sueca – cuyos abuelos españoles poseían un chalet en la Colonia de El Pimpollar – que se había enamorado locamente de uno de mis hijos se la ponía para echarnos una mano. La chica estaba muy generosamente bien dotada de busto y entre eso y la apertura de la camiseta la pandilla de señores mayores que recorrían los cuatro o cinco bares que existían en la colonia tomándose una ronda de cortos de cerveza en cada uno en nuestra terraza se tomaban hasta cuatro ya que se les iban los ojos tras los pechos de la muchacha, la cual no hacía nada por ocultarlos.

Uno de mis hijos podrá decir lo que quiera y despotricar cuanto le venga en gana, pero allí aprendieron a trabajar y cuánto hay que hacer para ganar el dinero honradamente. Y encima, disfrutó de la sueca todo lo que quiso.

En resumen, fueron dos veranos encantadores aunque el segundo fuera más corto a causa de la climatología que nos obligó a cerrar el negocio a principios de septiembre y no nos permitió ganar lo calculado.

Pero lo pasamos francamente bien. Adelgacé a mi peso ideal, a costa de cargar cajas de refrescos y, francamente, a mis 45 años estaba de bastante buen ver. Tanto que algina que otra proposición amorosa tuve que desechar. Pero de eso, si les parece, hablamos otro día. O mejor, no hablamos.

¡Hasta pronto!
 

José Luis Blázquez

JURADO - MODERADOR de los Foros de Poética Clásica
Con un estilo ágil y desenfadado atraes la atención del lector de principio a fin de tus escritos. Es admirable la forma que empleas para describir tus vivencias.

Un abrazo.
 
Demasiada "paja", quizás.
En eso sí me gana mi hijo. Para eso estudió Periodismo y sacó Matrícula de Honor los 5 años en Redacción Periodística.
Tardo bastante en contestar a las cinco W del buen periodista: Who, why, when, where y when, según me enseñó él.
Pero tampoco ha sido mi trabajo, por supuesto. Se me daba mejor cuadrar balances. :)
Muchas gracias, querido José Luis.
Un fuerte abrazo, amigo.
Francisco
 

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