Aprendiz de cantante

[Francisco Escobar Bravo]

¡Si pudiera volver a antiguos días
en que asidas a mí mis partituras
me lanzaba, soñando en aventuras,
a la calle, veloz, tras los tranvías!

​

Eran sueños de gloria, eran manías
que mi mente forjó,, fueron locuras.
Ya en el triste transporte eran lecturas
de si el fa, el mi bemol... ¡Qué sinfonía!

Calentaba la voz haciendo escalas
hacia arriba y bajar: Dar el agudo
para luego plegar graves las alas.

Ese timbre especial, claro y desnudo,
que las frases ensalza aun siendo malas,
que de asombro te deja medio mudo.

Se luchó cual se pudo,
mas parece no fuera suficiente.
El arroz se pasó, pero hay más gente.


25.03.2019​

 

[José Luis Blázquez]

Precioso soneto, rememorando tu paso por el mundo de la lírica, que paso a la fase de votación.

Un abrazo.

 

[Francisco Escobar Bravo]

Rememorando, sobre todo, mis caminatas calle Atocha arriba desde Antón Martín hasta no recuerdo el nombre de la plaza de donde sí salía un trolebus hacia el Alto de Extremadura. Menuda carrera! Aquello era afición. No era extraño que tuviera un gran fiato. El Preuniversitario no lo saqué en aquel junio, pero mi capacidad para emular a Filipides era enorme.
Muchas gracias, José Luis.
Abrazos.

 

[Amadís]

Precioso soneto lleno de nostalgia y de recuerdos musicales. Un abrazo cordial.

 

[Francisco Escobar Bravo]

Más que musicales los recuerdos son casi atléticos, amigo Amadis. La distancia a caminar deben ser cerca de 4 kms. y te aseguró que parecía volar sobre la acera de la calle. igualito que ahora... Gracias y abrazos.

 

[Amadís]

Yo también recuerdo los tranvías en mi niñez, pues Granada tenía una extensa red, que además de los de la ciudad se extendía por una infinidad de pueblos. También me tocó andar, tanto al colegio como al instituto. Eran aquellos tiempos. Un abrazo.

 

[Francisco Escobar Bravo]

Granada? En su estación de RENFE escribí el que puede ser mi mejor romance. MONTES DE GRANADA HERMOSA... , sobre las servilletas de la cafetería cuando me dejó mi difunto y gran amigo Emilio Borrego Pimentel (q.e.p.d), sacerdote. Ya no volveré a tu tierra, amigo Amadis. Y bien que lo siento! Abrazos.