Azalea Diaz
Miembro Conocido
Basílico y el Orco
Basíllico, un reptil con cuerpo y cara de gallo y alas de murciélago,
tiene el poder de petrificar todo lo que toca, pero si vive en
condiciones adversas, pierde su poder y queda convertido en arena,
que desvanece el viento y arrastra todo lo que esté a su paso, como huracán explosivo.
Fue desterrado por su grupo, por no ser fuerte y poseer una gran nobleza,
ya que ésto pondría en peligro a todos sus integrantes.
............
Camina sigiloso mientras levanta su rugosa coraza que parece levitar
entre sus alas disecadas de murciélago ancestral;
su filosa cresta, enmarca sus ojos rojos como llama de fuego,
que brillan sobre su boca dentada de tirones de acero y su cola
levantada, trepita sobre el muladar de la noche,
a una lucha sin cuartel cerca del campamento de Likós,
impregnado de olor a azufre , en una noche gélida que amenaza tormenta.
Lentamente se acerca al pávido y somnoliento huargo(lobo),
que cuida a un orco(criatura casi enana, fuerte, deforme y color ocre)
anclado en la periferia de un monte volcánico,
en una isla calcinada por volcanes en el Mediterráneo,
donde el calor, lo mantendrá con vida.
El orco no es ciego y no ve la luz,
vive en medio de la luz y está cautivo
entre ráfagas de artilugios intencionados y conscientes,
donde simula una tristeza, como engendro henchido de amargura,
para dominar su territorio donde presume ser el amo
y su fiereza es temida por Basíllico, quien vive en un medio agrio,
que cercenó sus alas, con un risco de hielo.
........
Marcando sus pasos entre los surcos de rocas,
se acerca para sorprender al orco y conquistar un terraplén,
que le permita salvar su escuálida existencia.
Sin darse cuenta, una roca rueda sobre la escarpada ladera,
despertando al huargo que exhala un rugido que estremece al viento,
poniendo sobre aviso al orco, que empuña una lanza de metal y trepa sobre el lomo del huargo
saliendo al encuentro del basillico quien saca su afilada lengua tratando de alcanzar al orco,
una, otra y otra vez, entre rugidos, que rasgan la frialdad de la oscuridad
y la angustia de no poder usar sus alas, para guarnecerse en el copo de los árboles.
........
El orco le alcanza a romper su ala derecha, después le corta una de sus patas ....
se escucha el silbido del viento que se acerca al basíllico que se arrastra en el suelo;
la noche parece estremecer su horizonte,
de repente el volcán vomita destellos de luz recubiertos de magma
que se discurren por la montaña alcanzándolos a todos.
Las alas de basíllico se regeneran con el calor
y despega su vuelo a las montañas protegidas.
Una chispa alcanza la cabeza del huargo,
la luz ilumina todo el horizonte con color plateado y enceguece al huargo,
que abandona el combate llevando sobre si al orco. El felino corre,
buscando escapar del calor y se acerca al borde del precipicio sin poder detener su huida.
Azalea.
Derechos de Autor

Basíllico, un reptil con cuerpo y cara de gallo y alas de murciélago,
tiene el poder de petrificar todo lo que toca, pero si vive en
condiciones adversas, pierde su poder y queda convertido en arena,
que desvanece el viento y arrastra todo lo que esté a su paso, como huracán explosivo.
Fue desterrado por su grupo, por no ser fuerte y poseer una gran nobleza,
ya que ésto pondría en peligro a todos sus integrantes.
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Camina sigiloso mientras levanta su rugosa coraza que parece levitar
entre sus alas disecadas de murciélago ancestral;
su filosa cresta, enmarca sus ojos rojos como llama de fuego,
que brillan sobre su boca dentada de tirones de acero y su cola
levantada, trepita sobre el muladar de la noche,
a una lucha sin cuartel cerca del campamento de Likós,
impregnado de olor a azufre , en una noche gélida que amenaza tormenta.
Lentamente se acerca al pávido y somnoliento huargo(lobo),
que cuida a un orco(criatura casi enana, fuerte, deforme y color ocre)
anclado en la periferia de un monte volcánico,
en una isla calcinada por volcanes en el Mediterráneo,
donde el calor, lo mantendrá con vida.
El orco no es ciego y no ve la luz,
vive en medio de la luz y está cautivo
entre ráfagas de artilugios intencionados y conscientes,
donde simula una tristeza, como engendro henchido de amargura,
para dominar su territorio donde presume ser el amo
y su fiereza es temida por Basíllico, quien vive en un medio agrio,
que cercenó sus alas, con un risco de hielo.
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Marcando sus pasos entre los surcos de rocas,
se acerca para sorprender al orco y conquistar un terraplén,
que le permita salvar su escuálida existencia.
Sin darse cuenta, una roca rueda sobre la escarpada ladera,
despertando al huargo que exhala un rugido que estremece al viento,
poniendo sobre aviso al orco, que empuña una lanza de metal y trepa sobre el lomo del huargo
saliendo al encuentro del basillico quien saca su afilada lengua tratando de alcanzar al orco,
una, otra y otra vez, entre rugidos, que rasgan la frialdad de la oscuridad
y la angustia de no poder usar sus alas, para guarnecerse en el copo de los árboles.
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El orco le alcanza a romper su ala derecha, después le corta una de sus patas ....
se escucha el silbido del viento que se acerca al basíllico que se arrastra en el suelo;
la noche parece estremecer su horizonte,
de repente el volcán vomita destellos de luz recubiertos de magma
que se discurren por la montaña alcanzándolos a todos.
Las alas de basíllico se regeneran con el calor
y despega su vuelo a las montañas protegidas.
Una chispa alcanza la cabeza del huargo,
la luz ilumina todo el horizonte con color plateado y enceguece al huargo,
que abandona el combate llevando sobre si al orco. El felino corre,
buscando escapar del calor y se acerca al borde del precipicio sin poder detener su huida.
Azalea.
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