JAVIER TOMAS
Sub Administrador
-¡Carolina!¡Carolina! ¡Hija! ¿Estas bien? Dime algo.
Su vista empezó a clarearse, y vio a su madre, que la abrazaba mientrasla llamaba.
-¿Mamá?
-¿Estas bien cariño?, pregunto con la cara llena de preocupación.
Miró a su alrededor y se dio cuenta que estaba en el parque, en el mismo sitio donde se había caído. Felix la miraba desde el otro lado con los ojos muy abiertos.
-¿Te duele algo?
Se acercó la mano a la frente, y al tocarse comprobó que ya no le dolía.
-Ya no mamá, las manzanas que me recomendó la Señora Marta me quitaron el dolor y el chichón me desapareció casi al instante ¡Que alivio sentí!
-¿La Señora Marta?, dijo la madre sorprendida, pensando que su hija había salido mal parada del golpe.
-Si, la vieja tortuga. Es que el Señor Joaquín, el sapo sabio, no sabía ningún remedio y nos envió a buscarla, como es tan vieja recuerda cosas que otros no. Menos mal que el amable conejo nos dijo donde encontrarla y de que no andaba muy deprisa.
La cara de Amparo estaba lívida, nunca oyó tantas cosas raras en la boca de su hija, y eso que les decía muchas.
-Pero hija ¿te encuentras bien?
-Si, perfectamente, ¿por qué lo preguntas mamá?
-¿Te puedes levantar? Apóyate en mí y hazlo despacio, no te caigas.
Le costó algo incorporarse, todavía estaba un poco mareada.
-Lo que no entiendo es como he bajado del cerro al parque, a lo mejor me ayudaron las mariposas como a Felix, aunque yo peso bastante más, así que habrán sido unas cuantas. La verdad es que ni me he enterado.
-¡Basta ya Carolina! Menudo susto que me has dado. No sabía donde estabas, pensé lo peor, menos mal que Felix nos buscó y nos trajo hasta aquí. Si no llega a ser por él me da un patatus.
-Pero mamá...
-¡Ni pero ni mamá!.Deja ya de decir tonterías. Me has desobedecido y podía haberte pasado algo grave. No hay ni tortuga, ni sapos ni yo que sé cuales bichos. Te has dado un golpe muy fuerte y te quedaste desmayada en el suelo, podías haberte escalabrado. ¡Vamos para casa! ¡Y no quiero oír ni una palabra más en todo el día! ¡Andando!
Carolina bajó la cabeza. Sabía que si mamá se enfadaba era mejor callarse y obedecer, sobre todo, si como ahora, tenía razón. Había sido una niña desobediente. Lo que no entendía era que todo lo que había pasado no fuera verdad. ¿El dolor y el chichón?, ¿las moscas, la mariposa, el puente de tortugas o el charco del sapo?.
Las dudas le daban vueltas a la cabeza. Al llegar a casa su madre le dijo que se desnudara para tomar un buen baño, la ropa y ella estaban llenas de barro. Su madre la miraba con cara muy seria, y todavía tenía que venir su padre. Esa tarde no sería nada agradable. Mientras pensaba se fue quitando la ropa, la verdad que estaba sucia. Aunque iría a la lavadora, la dobló con cuidado esperando que su madre dulcificara su expresión, y en su bolsillo notó que algo duro había. Se extraño. Metió la mano y al sacarla...¡ERA LAMANZANA QUE LE QUEDABA POR COMER! Una sonrisa le cruzo la cara. Levantó la vista y vio a su amigo sentado en la puerta de su habitación. Le guiñó un ojo.
-No podemos dejar que todo el mundo se entere de nuestro secreto, ¿vale?.
Carolina asintió con la cabeza mientras se dirigía al baño. Un mundo mágico y maravilloso se abría delante de ella. ¿Cuantas aventuras más le traería? No lo sabía, pero la hacía sentirse feliz.
En cuanto pudiera volvería al bosque para saludar a sus nuevos amigos y darles las gracias por todo lo que hicieron por ella. ¿Y su madre? ¿como se le explica a una madre y a un padre el mundo mágico que la esperaba allí afuera?
Suspiro, mejor no intentarlo.
FIN
Su vista empezó a clarearse, y vio a su madre, que la abrazaba mientrasla llamaba.
-¿Mamá?
-¿Estas bien cariño?, pregunto con la cara llena de preocupación.
Miró a su alrededor y se dio cuenta que estaba en el parque, en el mismo sitio donde se había caído. Felix la miraba desde el otro lado con los ojos muy abiertos.
-¿Te duele algo?
Se acercó la mano a la frente, y al tocarse comprobó que ya no le dolía.
-Ya no mamá, las manzanas que me recomendó la Señora Marta me quitaron el dolor y el chichón me desapareció casi al instante ¡Que alivio sentí!
-¿La Señora Marta?, dijo la madre sorprendida, pensando que su hija había salido mal parada del golpe.
-Si, la vieja tortuga. Es que el Señor Joaquín, el sapo sabio, no sabía ningún remedio y nos envió a buscarla, como es tan vieja recuerda cosas que otros no. Menos mal que el amable conejo nos dijo donde encontrarla y de que no andaba muy deprisa.
La cara de Amparo estaba lívida, nunca oyó tantas cosas raras en la boca de su hija, y eso que les decía muchas.
-Pero hija ¿te encuentras bien?
-Si, perfectamente, ¿por qué lo preguntas mamá?
-¿Te puedes levantar? Apóyate en mí y hazlo despacio, no te caigas.
Le costó algo incorporarse, todavía estaba un poco mareada.
-Lo que no entiendo es como he bajado del cerro al parque, a lo mejor me ayudaron las mariposas como a Felix, aunque yo peso bastante más, así que habrán sido unas cuantas. La verdad es que ni me he enterado.
-¡Basta ya Carolina! Menudo susto que me has dado. No sabía donde estabas, pensé lo peor, menos mal que Felix nos buscó y nos trajo hasta aquí. Si no llega a ser por él me da un patatus.
-Pero mamá...
-¡Ni pero ni mamá!.Deja ya de decir tonterías. Me has desobedecido y podía haberte pasado algo grave. No hay ni tortuga, ni sapos ni yo que sé cuales bichos. Te has dado un golpe muy fuerte y te quedaste desmayada en el suelo, podías haberte escalabrado. ¡Vamos para casa! ¡Y no quiero oír ni una palabra más en todo el día! ¡Andando!
Carolina bajó la cabeza. Sabía que si mamá se enfadaba era mejor callarse y obedecer, sobre todo, si como ahora, tenía razón. Había sido una niña desobediente. Lo que no entendía era que todo lo que había pasado no fuera verdad. ¿El dolor y el chichón?, ¿las moscas, la mariposa, el puente de tortugas o el charco del sapo?.
Las dudas le daban vueltas a la cabeza. Al llegar a casa su madre le dijo que se desnudara para tomar un buen baño, la ropa y ella estaban llenas de barro. Su madre la miraba con cara muy seria, y todavía tenía que venir su padre. Esa tarde no sería nada agradable. Mientras pensaba se fue quitando la ropa, la verdad que estaba sucia. Aunque iría a la lavadora, la dobló con cuidado esperando que su madre dulcificara su expresión, y en su bolsillo notó que algo duro había. Se extraño. Metió la mano y al sacarla...¡ERA LAMANZANA QUE LE QUEDABA POR COMER! Una sonrisa le cruzo la cara. Levantó la vista y vio a su amigo sentado en la puerta de su habitación. Le guiñó un ojo.
-No podemos dejar que todo el mundo se entere de nuestro secreto, ¿vale?.
Carolina asintió con la cabeza mientras se dirigía al baño. Un mundo mágico y maravilloso se abría delante de ella. ¿Cuantas aventuras más le traería? No lo sabía, pero la hacía sentirse feliz.
En cuanto pudiera volvería al bosque para saludar a sus nuevos amigos y darles las gracias por todo lo que hicieron por ella. ¿Y su madre? ¿como se le explica a una madre y a un padre el mundo mágico que la esperaba allí afuera?
Suspiro, mejor no intentarlo.
FIN