Agua Mar
Miembro Conocido

La maquina era enorme, cientos de luces estaban dirigidas a la cabeza del adormecido hombre, mientras un silencio envolvía el espacio. Los científicos que estaban a su lado le aseguraban que el experimento era indoloro y que al despertar no recordaría nada. El proceso sería sencillo, él dormiría mientras ellos con la tecnología más avanzada explorarían su celebro, buscarían el punto exacto donde una minúscula conexión de neuronas conectan con la conciencia.
Había pasado un año desde el día que el hombre sin nombre, se levantó, y sin decir palabras mató a toda su familia. El juez del pueblo, que también era el único miembro del jurado, llegó a la conclusión de que el misterioso hombre, carente de nombre, tenía la conciencia perdida.
Concluyeron que por tener la conciencia perdida, el hombre había realizado los peores actos que se recordaban en el pueblo. Buscaron a los científicos más reconocidos del planeta, para que ellos le ayudaran a recuperar su conciencia, pues esa seria la única manera de que él descubriera lo desgarrador y cruel de sus asesinatos; de lo contrario lo castigarían, pero carecería de importancia, pues no sentiría realmente remordimiento por ser un ladrón de vidas.
Al finalizar el experimento el hombre no despertó. Los científicos se sumergieron en su cerebro e intentaron encontrar la conciencia perdida. Se asustaron tanto del mundo descubierto que salieron rápidamente de su interior; sintieron miedo de perder sus limpias y transparentes conciencias en ese fango asqueroso y oscuro. Al principio se negaron a creerlo, pero finalmente reconocieron que esa letrina llena de miseria era un reflejo exacto de sus propias conciencias. Al final aceptaron la verdad, no eran perfectos. Lo más sorprendente es que encontraron la conciencia del hombre sin nombre, escondida en un lugar inverosímil e inimaginable.
Los científicos ocultaron el resultado de la prueba, simplemente declararon fallecido al paciente. Ocultaron al mundo que la conciencia de otra persona puede ser idéntica a la nuestra. No dijeron que vieron donde residen las conciencias y como todas forman la mínima partícula de la conciencia de cualquier habitante del universo. Pero ni las suyas, ni la tuya, son perceptibles en el cerebro.
Junto al fallecido, se encontró una nota del juez y jurado, en ella se prohibía a cualquier persona buscar las conciencias perdidas, pues puede suceder, que al finalizar la búsqueda encuentres la tuya manchada de barro.
alec