Nadie entraba en aquella casa. Si alguien llamaba a la puerta, por cualquier razón o motivo, se le recibía en la puerta de la calle. De su propietario, se decía que hizo fortuna con el estraperlo, que no necesitaba trabajar desde hacía muchos años. La idea de un tesoro escondido iba creciendo con los años. Los dueños habían fallecido sin dejar hijos y la casa estaba a la venta. Yo tenía algunos ahorros, así que con ayuda del banco, me hice con ella.
Observé cada piedra, cada tabla, cada viga, buscando algo que pareciera fuera de lugar. Medí todos las paredes, buscado dobles fondos, falsas vigas hasta descubrir que algo no cuadraba; un tabique adelantado para esconder un pequeño espacio de la anchura de una viga. No esperé nada más y rompí lo necesario para comprobarlo… no había nada, pero la casa era dos metros cuadrados más grande.
Observé cada piedra, cada tabla, cada viga, buscando algo que pareciera fuera de lugar. Medí todos las paredes, buscado dobles fondos, falsas vigas hasta descubrir que algo no cuadraba; un tabique adelantado para esconder un pequeño espacio de la anchura de una viga. No esperé nada más y rompí lo necesario para comprobarlo… no había nada, pero la casa era dos metros cuadrados más grande.
