DR Jose Roberto Hernandez
Miembro Conocido
El llanto de Lucho
Lucho besó a su esposa y quedó petrificado, incluso más que ayer; hoy no había tenido duda del lejano aliento etílico someramente escondido en la misma goma de mascar del día anterior, cuando Nancy lo saludo evitando el beso de frente.
Ella había cambiado un poco en los últimos dos meses en cuanto a intensidad, maquillaje y detalles de abandono para con su esposo de. 3 decadas, en lo que el hastío se llamaba rutina. Por otra parte, ambos sabían que los centímetros cúbicos de sangre destinados a los cuerpos cavernosos de Lucho eran, por racionalización, mucho menos que los que otrora dictaba la cuota eréctil.
El tercer día Lucho se levantó cansado, pues en el profundo habitat de Morfeo paso toda la madrugada tratando de comprobar la altura de sus supuestos cuernos.
Seguía con la vista en los desayunos los veloces pasos de su esposa y su inusual premura para asistir al laburo.
El quinto día de aliento etílico no soporto más decidió seguir a su esposa y mientras manejaba se preguntaba si no era mejor pedirle una explicación en la casa, por aquello de “ El que busca encuentra” y a decir verdad, no estaba seguro de si quería encontrar alguna infidelidad o siquiera si tuviera valor para terminar una relación de 31 años, o continuar con sus insomnios,…Era un bagaje de grises pensamientos que casi le hacen golpear un coche, envuelto en aquellos pensamientos.
Se situó a 200 metros de la puerta de salida de la oficina de Nancy. Dentro de su auto, con la mano cubriendo la mitad de la cara y liberando un ojo por encima del dorso de la susodicha mano, pudo ver a Nancy saliendo de la oficina con un compañero de trabajo que había conocido en cualquier reunión festiva de la empresa. Solo caminaban uno al lado del otro hasta que se hundieron en el asiento trasero del Van de Nancy; que por alguna razón estaba a su nombre.
Echó el asiento completamente hacia atrás y lamentó no llevar camisa de mangas largas para que no tuviera que incorporarse a secarse las lágrimas que inundaban su mejilla.
Arrancó el auto (que estaba a nombre de Nancy) y se dirigió a la casa. Se dio una ducha, se vistió y salió a un bar de un restaurant vecino. Bebió lo suficiente para darse cuenta de la tontería que hacía y llamó un taxi que lo llevó a la casa.
Nancy aun no llegaba; se cepillaba la boca, cuando sono el teléfono y la puerta se abría al mismo tiempo .
Del otro lado del aparato Alexandrino, Jorge su hijo indagaba sobre como estaban,... preguntó sobre su madre y Lucho…..
-Acá esta tu madre Jorgi, acaba de llegar, te la pongo al teléfono.
Solo cruzaron una mirada en lo que el aparato pasaba de mano en mano. Esta vez Lucho no requirió un beso y no se porque sospecho que no fue buscando el escondido aliento etílico.
-Hola mi niño, Como estas?...-No nunca llego a esta hora, solo que hoy nos quedamos en la oficina por un proyecto nuevo que presento el ingeniero nuevo del que…..
-No no no, no es nada nuevo en esencia…
Jorge, su hijo, era un destacado ingeniero civil y quizás Nancy no quería meterse en preguntas profundas sobre la reunión que se suponía había tenido.
-Bueno…Imagino que mañana también termine algo tarde; pero el fin de semana seguro pasamos.
El llanto de Lucho /2
Luego de algunos minutos, la conversación terminó y Nancy sin darse cuenta caminó al baño a asearse. Ni siquiera se dio cuenta que Lucho sentado en el sofá y aún con ojos rojos, la miraba con una mezcla de……mejor no describo, porque la cámara no tomó su rostro.
Cuando Nancy salió del baño se metió en el cuarto y luego de una hora "texteando" sin interrupción, alzó la voz
-Luchooooo!!!???
El silencio siguió un par de gritos llamando a su esposo. Un silencio que se prolongó por toda la vida, un silencio sufrido por Lucho para siempre y un inpaz que Nancy ignoró también...para siempre.
Nunca se vieron más, nunca se supo de Lucho. Jorge no se ha cansado de buscarlo y a Nancy…a Nancy jamás le interesó volver a verlo; al menos en su interior.
Dr. José Roberto Hernández (Vampi)
Lucho besó a su esposa y quedó petrificado, incluso más que ayer; hoy no había tenido duda del lejano aliento etílico someramente escondido en la misma goma de mascar del día anterior, cuando Nancy lo saludo evitando el beso de frente.
Ella había cambiado un poco en los últimos dos meses en cuanto a intensidad, maquillaje y detalles de abandono para con su esposo de. 3 decadas, en lo que el hastío se llamaba rutina. Por otra parte, ambos sabían que los centímetros cúbicos de sangre destinados a los cuerpos cavernosos de Lucho eran, por racionalización, mucho menos que los que otrora dictaba la cuota eréctil.
El tercer día Lucho se levantó cansado, pues en el profundo habitat de Morfeo paso toda la madrugada tratando de comprobar la altura de sus supuestos cuernos.
Seguía con la vista en los desayunos los veloces pasos de su esposa y su inusual premura para asistir al laburo.
El quinto día de aliento etílico no soporto más decidió seguir a su esposa y mientras manejaba se preguntaba si no era mejor pedirle una explicación en la casa, por aquello de “ El que busca encuentra” y a decir verdad, no estaba seguro de si quería encontrar alguna infidelidad o siquiera si tuviera valor para terminar una relación de 31 años, o continuar con sus insomnios,…Era un bagaje de grises pensamientos que casi le hacen golpear un coche, envuelto en aquellos pensamientos.
Se situó a 200 metros de la puerta de salida de la oficina de Nancy. Dentro de su auto, con la mano cubriendo la mitad de la cara y liberando un ojo por encima del dorso de la susodicha mano, pudo ver a Nancy saliendo de la oficina con un compañero de trabajo que había conocido en cualquier reunión festiva de la empresa. Solo caminaban uno al lado del otro hasta que se hundieron en el asiento trasero del Van de Nancy; que por alguna razón estaba a su nombre.
Echó el asiento completamente hacia atrás y lamentó no llevar camisa de mangas largas para que no tuviera que incorporarse a secarse las lágrimas que inundaban su mejilla.
Arrancó el auto (que estaba a nombre de Nancy) y se dirigió a la casa. Se dio una ducha, se vistió y salió a un bar de un restaurant vecino. Bebió lo suficiente para darse cuenta de la tontería que hacía y llamó un taxi que lo llevó a la casa.
Nancy aun no llegaba; se cepillaba la boca, cuando sono el teléfono y la puerta se abría al mismo tiempo .
Del otro lado del aparato Alexandrino, Jorge su hijo indagaba sobre como estaban,... preguntó sobre su madre y Lucho…..
-Acá esta tu madre Jorgi, acaba de llegar, te la pongo al teléfono.
Solo cruzaron una mirada en lo que el aparato pasaba de mano en mano. Esta vez Lucho no requirió un beso y no se porque sospecho que no fue buscando el escondido aliento etílico.
-Hola mi niño, Como estas?...-No nunca llego a esta hora, solo que hoy nos quedamos en la oficina por un proyecto nuevo que presento el ingeniero nuevo del que…..
-No no no, no es nada nuevo en esencia…
Jorge, su hijo, era un destacado ingeniero civil y quizás Nancy no quería meterse en preguntas profundas sobre la reunión que se suponía había tenido.
-Bueno…Imagino que mañana también termine algo tarde; pero el fin de semana seguro pasamos.
El llanto de Lucho /2
Luego de algunos minutos, la conversación terminó y Nancy sin darse cuenta caminó al baño a asearse. Ni siquiera se dio cuenta que Lucho sentado en el sofá y aún con ojos rojos, la miraba con una mezcla de……mejor no describo, porque la cámara no tomó su rostro.
Cuando Nancy salió del baño se metió en el cuarto y luego de una hora "texteando" sin interrupción, alzó la voz
-Luchooooo!!!???
El silencio siguió un par de gritos llamando a su esposo. Un silencio que se prolongó por toda la vida, un silencio sufrido por Lucho para siempre y un inpaz que Nancy ignoró también...para siempre.
Nunca se vieron más, nunca se supo de Lucho. Jorge no se ha cansado de buscarlo y a Nancy…a Nancy jamás le interesó volver a verlo; al menos en su interior.
Dr. José Roberto Hernández (Vampi)
