Francisco Escobar Bravo
Miembro Conocido
En la noche callada oigo un zumbido
que aturde ferozmente mi cabeza.
Fantasmas del ayer, viejos recuerdos,
¡permitidme que duerma!
Parece que tornaran del pasado
aquellas que yacieron a mi vera.
En tanto que aún escucho aquel siniestro
chocar de las botellas.
¡Ay, noches de aventuras y de orgías,
marcharos de mi mente y dejad quietas
las aguas de este mar en que me agito!
¡No quiero más tormentas!
Pues si aquellas vencí fue de milagro,
a base de vigor, tesón y fuerza.
Pero ahora, que empiezo a ser ya viejo,
no lograré vencerlas.
Amor, ya me engañaste muchas veces.
De ti y de tus vaivenes voy de vuelta.
No quiero cometer nuevos errores,
¡a mi lado no vuelvas!
¿Para qué si al final son todo angustias,
lamentos de dolor, ayes y penas?
¡Emprende nuevos rumbos para darle
tormento a quien lo quiera!
que aturde ferozmente mi cabeza.
Fantasmas del ayer, viejos recuerdos,
¡permitidme que duerma!
Parece que tornaran del pasado
aquellas que yacieron a mi vera.
En tanto que aún escucho aquel siniestro
chocar de las botellas.
¡Ay, noches de aventuras y de orgías,
marcharos de mi mente y dejad quietas
las aguas de este mar en que me agito!
¡No quiero más tormentas!
Pues si aquellas vencí fue de milagro,
a base de vigor, tesón y fuerza.
Pero ahora, que empiezo a ser ya viejo,
no lograré vencerlas.
Amor, ya me engañaste muchas veces.
De ti y de tus vaivenes voy de vuelta.
No quiero cometer nuevos errores,
¡a mi lado no vuelvas!
¿Para qué si al final son todo angustias,
lamentos de dolor, ayes y penas?
¡Emprende nuevos rumbos para darle
tormento a quien lo quiera!