Carlos Ariel Albornoz
Miembro Conocido
Con los ojos de jolgorio,
corazón entreabierto,
sigo mirando despierto
la pared del dormitorio.
Es un desvelo notorio
que me mantiene en vigilia,
mientras toda mi familia,
abrazando la almohada
y envuelta por su frazada,
con el sueño se concilia.
Es un saber casi empírico
por repetir el tormento
de carecer al momento
de todo lenguaje onírico.
En un arrebato lírico
tomo enseguida la pluma,
antes de que se consuma
la noche en un solo instante:
invierto el tiempo restante
cuando Morfeo se esfuma.
Así, sentado en la cama
y calzado con chinelas,
termino estas espinelas
que mi espíritu declama.
En la risueña amalgama
entre clásico e informal,
surge el producto final:
armo acolchados mullidos
con versos amanecidos,
en un insomnio total.
Carlos Ariel Albornoz
corazón entreabierto,
sigo mirando despierto
la pared del dormitorio.
Es un desvelo notorio
que me mantiene en vigilia,
mientras toda mi familia,
abrazando la almohada
y envuelta por su frazada,
con el sueño se concilia.
Es un saber casi empírico
por repetir el tormento
de carecer al momento
de todo lenguaje onírico.
En un arrebato lírico
tomo enseguida la pluma,
antes de que se consuma
la noche en un solo instante:
invierto el tiempo restante
cuando Morfeo se esfuma.
Así, sentado en la cama
y calzado con chinelas,
termino estas espinelas
que mi espíritu declama.
En la risueña amalgama
entre clásico e informal,
surge el producto final:
armo acolchados mullidos
con versos amanecidos,
en un insomnio total.
Carlos Ariel Albornoz
