Francisco Escobar Bravo
Miembro Conocido
La vida es un torbellino
de luchas, de desazones,
de envidias, bajas pasiones,
y fingimiento mezquino.
Porque el que ve que el vecino
le supera y le aventaja
incluso le hace una raja
por la espalda y a traición.
Y con negro corazón
le prepara la mortaja.
Ser así no se debiera,
pero es como Dios nos hizo.
No sé si así satisfizo
su intención de tal manera.
Mas no pienso que ése fuera
su deseo original,
pues en Él no existe el Mal.
Mas bien es cosa del hombre.
Por eso nadie se asombre
si el ver morir nos da igual.
¡Maldita envidia cochina
y malhaya el envidioso!
¡Vago, inútil, perezoso,
a quien domina la inquina!
Similar a la vecina
que vigila tras la puerta
a ver si se llevan muerta
a la que envidia el dinero.
No sé a qué viene ese esmero
ni que el hecho le divierta.
Pero hay gente de tal guisa
y disfruta al parecer
viendo al otro perecer,
hasta temblando de risa.
¡Con lo rauda y lo deprisa
que transcurre la existencia
se ve que no hay otra Ciencia
que les entretenga más!
Pues conmigo es por demás,
¡tengo muy poca paciencia!
A mí no me toma el pelo
una dama caprichosa,
por más que la encuentre hermosa
y aunque me prometa el Cielo.
Podré estar un poco lelo,
quizás debido a mi edad,
pero ninguna beldad
va a conseguir de mí nada,
salvo sea una patada,
si a mí acude con ruindad.
de luchas, de desazones,
de envidias, bajas pasiones,
y fingimiento mezquino.
Porque el que ve que el vecino
le supera y le aventaja
incluso le hace una raja
por la espalda y a traición.
Y con negro corazón
le prepara la mortaja.
Ser así no se debiera,
pero es como Dios nos hizo.
No sé si así satisfizo
su intención de tal manera.
Mas no pienso que ése fuera
su deseo original,
pues en Él no existe el Mal.
Mas bien es cosa del hombre.
Por eso nadie se asombre
si el ver morir nos da igual.
¡Maldita envidia cochina
y malhaya el envidioso!
¡Vago, inútil, perezoso,
a quien domina la inquina!
Similar a la vecina
que vigila tras la puerta
a ver si se llevan muerta
a la que envidia el dinero.
No sé a qué viene ese esmero
ni que el hecho le divierta.
Pero hay gente de tal guisa
y disfruta al parecer
viendo al otro perecer,
hasta temblando de risa.
¡Con lo rauda y lo deprisa
que transcurre la existencia
se ve que no hay otra Ciencia
que les entretenga más!
Pues conmigo es por demás,
¡tengo muy poca paciencia!
A mí no me toma el pelo
una dama caprichosa,
por más que la encuentre hermosa
y aunque me prometa el Cielo.
Podré estar un poco lelo,
quizás debido a mi edad,
pero ninguna beldad
va a conseguir de mí nada,
salvo sea una patada,
si a mí acude con ruindad.
Última edición: