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Mis girasoles

Esa mañana por fin sembré los girasoles en el jardín. Todo parecía indicar que la primavera había logrado enseñorearse. No quedaban rastros de nieve y la temperatura en las noches no descendía demasiado. El rocío humedecía una gran explosión de brotes y el boom de las florecillas de la violeta, coloreaba los arbustos del traspatio.

La historia de los girasoles se remontaba un mes atrás, cuando abrí el sobre de las semillas, afuera, la imagen de un girasol inmenso se desplegaba como una tentadora promesa.

¡Vaya con el desarrollo!, en Cuba sembramos las semillas directamente en la tierra, por eso con los tacos de sustrato en la mano, no sabía qué hacer. Finalmente me resigné a seguir las instrucciones.
Coloqué los tacos en el fondo de unos vasitos de cartón gris y vertí agua. Con sorpresa los vi crecer, en solo minutos se hinchaban triplicando su tamaño original, hasta llenar el receptáculo, entonces introduje las semillas en su interior. Después de una larga semana empezaron a asomar los brotes. Así pude sobreponerme a la incredulidad inicial.

Durante muchos días estuve cuidando con esmero las pequeñas plantitas, tardaron algunas semanas en alcanzar los varios centímetros requeridos para trasplantarlas. Solo esperaba el momento preciso, y ahora parecía haber llegado. Por fin ya no quedaban rastros de la última helada. Me imaginaba mis hermosos girasoles y mi jardín siendo la envidia de la vecindad.

Yo sí creo en la magia, en el poder creador del pensamiento, sé que no es superstición por eso, se me erizó la piel al mediodía cuando durante el almuerzo mi hijo miró hacia afuera por la gran puerta de cristales que da al traspatio y pronunció las fatídicas palabras – Me gustaría que cayera un poco de nieve - ¡Lo dijo con todas sus letras, hasta me atrevería a jurar que le puso emoción!

Por eso, al atardecer, cuando la ventisca sobrevino portando gélidos copos de intempestiva nieve y echó por tierra mis girasoles, le envié una foto adjunta a su correo, para que viera como la nieve cubrió de blanco las violetas del traspatio y le recomendé, - hijo mío, en lo adelante deberías ser más responsable con lo que dices..
-¡Por tu culpa mis girasoles están deshechos!-
 
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SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
Esa mañana por fin sembré los girasoles en el jardín. Todo parecía indicar que la primavera había logrado enseñorearse. No quedaban rastros de nieve y la temperatura en las noches no descendía demasiado. El rocío humedecía una gran explosión de brotes y el boom de las florecillas de la violeta, coloreaba los arbustos del traspatio.

La historia de los girasoles se remontaba un mes atrás, cuando abrí el sobre de las semillas, afuera, la imagen de un girasol inmenso se desplegaba como una tentadora promesa.

¡Vaya con el desarrollo!, en Cuba sembramos las semillas directamente en la tierra, por eso con los tacos de sustrato en la mano, no sabía qué hacer. Finalmente me resigné a seguir las instrucciones.
Coloqué los tacos en el fondo de unos vasitos de cartón gris y vertí agua. Con sorpresa los vi crecer, en solo minutos se hinchaban triplicando su tamaño original, hasta llenar el receptáculo, entonces introduje las semillas en su interior. Después de una larga semana empezaron a asomar los brotes. Así pude sobreponerme a la incredulidad inicial.

Durante muchos días estuve cuidando con esmero las pequeñas plantitas, tardaron algunas semanas en alcanzar los varios centímetros requeridos para trasplantarlas. Solo esperaba el momento preciso, y ahora parecía haber llegado. Por fin ya no quedaban rastros de la última helada. Me imaginaba mis hermosos girasoles y mi jardín siendo la envidia de la vecindad.

Yo sí creo en la magia, en el poder creador del pensamiento, sé que no es superstición por eso, se me erizó la piel al mediodía cuando durante el almuerzo mi hijo miró hacia afuera por la gran puerta de cristales que da al traspatio y pronunció las fatídicas palabras – Me gustaría que cayera un poco de nieve - ¡Lo dijo con todas sus letras, hasta me atrevería a jurar que le puso emoción!

Por eso, al atardecer cuando de improviso la ventisca sobrevino y echo por tierra mis girasoles, le envié una foto adjunta a su correo, para que viera como la nieve cubrió de blanco las violetas del traspatio y le recomendé, - hijo mío, en lo adelante tienes que ser más responsable con lo que dices..
-¡Por tu culpa mis girasoles están deshechos!-

A veces pasa Margui que las palabras de unos rompen las ilusiones de otros,me encanto tu prosa,ahora te digo amiga tu hijo no debe de haber entendido nada él quería nevada y hubo ventisca y vos lo culpas de la muerte de los girasoles pero le envías la foto de las violetas cubiertas de nieve,una hermosa fantasía bañada de gran ilusión,la de ver a tus hermosos girasoles,felicitaciones me pareció genial esta obra.Un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 

Cisne

Moderadora del Foro Impresionismo y Expresionismo,
Esa mañana por fin sembré los girasoles en el jardín. Todo parecía indicar que la primavera había logrado enseñorearse. No quedaban rastros de nieve y la temperatura en las noches no descendía demasiado. El rocío humedecía una gran explosión de brotes y el boom de las florecillas de la violeta, coloreaba los arbustos del traspatio.

La historia de los girasoles se remontaba un mes atrás, cuando abrí el sobre de las semillas, afuera, la imagen de un girasol inmenso se desplegaba como una tentadora promesa.

¡Vaya con el desarrollo!, en Cuba sembramos las semillas directamente en la tierra, por eso con los tacos de sustrato en la mano, no sabía qué hacer. Finalmente me resigné a seguir las instrucciones.
Coloqué los tacos en el fondo de unos vasitos de cartón gris y vertí agua. Con sorpresa los vi crecer, en solo minutos se hinchaban triplicando su tamaño original, hasta llenar el receptáculo, entonces introduje las semillas en su interior. Después de una larga semana empezaron a asomar los brotes. Así pude sobreponerme a la incredulidad inicial.

Durante muchos días estuve cuidando con esmero las pequeñas plantitas, tardaron algunas semanas en alcanzar los varios centímetros requeridos para trasplantarlas. Solo esperaba el momento preciso, y ahora parecía haber llegado. Por fin ya no quedaban rastros de la última helada. Me imaginaba mis hermosos girasoles y mi jardín siendo la envidia de la vecindad.

Yo sí creo en la magia, en el poder creador del pensamiento, sé que no es superstición por eso, se me erizó la piel al mediodía cuando durante el almuerzo mi hijo miró hacia afuera por la gran puerta de cristales que da al traspatio y pronunció las fatídicas palabras – Me gustaría que cayera un poco de nieve - ¡Lo dijo con todas sus letras, hasta me atrevería a jurar que le puso emoción!

Por eso, al atardecer, cuando la ventisca sobrevino portando gélidos copos de intempestiva nieve y echó por tierra mis girasoles, le envié una foto adjunta a su correo, para que viera como la nieve cubrió de blanco las violetas del traspatio y le recomendé, - hijo mío, en lo adelante deberías ser más responsable con lo que dices..
-¡Por tu culpa mis girasoles están deshechos!-

Parece que lo dijo tanta emoción que las fuerzas del universo se concentraron en cumplir el deseo de tu hijo...jejeje
Me ha gustado mucho tu prosa Margui, narras muy bien.
Felicitaciones y un abrazo con cariño.
Ana
 

Mary C. López

Miembro Conocido
Ah, que historia. Me quedé pensando que su deseo de ver caer nieve, fue más grande que tu anhelo de ver tus girasoles señoreando primavera. Vuelvelo a intentar pero esta vez dilo con vehemencia: Ah que hermosos girasoles tengo en el jardín, para que los hagas realidad. Me encanto el contenido, sin desmerecer tu calidad en la narrativa, un saludo.
 
Una bellisima manera de redactar esta prosa, fluida, completa, con bellas metáforas y un claro mensaje. Felicitaciones Margui por estas hermosisimas letras, reputación y saludos amiga poeta
 
A veces pasa Margui que las palabras de unos rompen las ilusiones de otros,me encanto tu prosa,ahora te digo amiga tu hijo no debe de haber entendido nada él quería nevada y hubo ventisca y vos lo culpas de la muerte de los girasoles pero le envías la foto de las violetas cubiertas de nieve,una hermosa fantasía bañada de gran ilusión,la de ver a tus hermosos girasoles,felicitaciones me pareció genial esta obra.Un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
Gracias Sandra por pasar y comentar mis letras, eres muy amable y me alientas a seguir, un abrazo
 
Parece que lo dijo tanta emoción que las fuerzas del universo se concentraron en cumplir el deseo de tu hijo...jejeje
Me ha gustado mucho tu prosa Margui, narras muy bien.
Felicitaciones y un abrazo con cariño.
Ana
Eso mismo me parecio, porque esa nieve a destiempo, en un dia de sol... jaja, en fin resulta gracioso, gracias por pasar
 
Ah, que historia. Me quedé pensando que su deseo de ver caer nieve, fue más grande que tu anhelo de ver tus girasoles señoreando primavera. Vuelvelo a intentar pero esta vez dilo con vehemencia: Ah que hermosos girasoles tengo en el jardín, para que los hagas realidad. Me encanto el contenido, sin desmerecer tu calidad en la narrativa, un saludo.
Jaja, pues visto de esa manera quizas el fallo fue mio, gracias amiga Dama por dejarme tu comentario
 
Una bellisima manera de redactar esta prosa, fluida, completa, con bellas metáforas y un claro mensaje. Felicitaciones Margui por estas hermosisimas letras, reputación y saludos amiga poeta
Gracias amigo Daniel, eres muy amable con mis letras, aprecio mucho tu opinion y la reputacion que me haz otorgado, un abrazo
 

MARIPOSA NEGRA

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jajaja Margui, que lástima lo de tus girasoles, benditas las bocas inocentes de los niños que hacen milagros, un enorme placer leerte, besos

pd. Margui ya se te extraña, espero que vuelvas pronto besos
 

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