Yuretzis Garcia
Miembro Activo
Te amaré  por siempre
 
 
Aún no puedo olvidarte, ni lo haré nunca.
No quiero hacerlo porque eres lo que me reafirma que sí tengo corazón, y que cuidaste de él durante 7 años.
Tu muerte fue también la mía, porque aún sigo enterrada.
No hay segundo en que no te extrañe, y cada tres días al mes te lloro desesperadamente.
 
Hiciste de la lluvia una danza aquella vez que mi padre corría detrás de ti entre gotas de agua y risas.
Tú calculabas el espacio y tiempo adecuado para que él te alcanzara, como diciendo: no le huyo a la felicidad, sólo sigo caminando con la plena seguridad de que llegue.
 
Mi señora, yo podré conocer a muchas personas pero ninguna como tú,
podré abrir mi corazón pero sólo Dios y tú lo conocieron en su totalidad y sin hacer preguntas.
Todo estaba claro.
Me gusta recordar tu pelo hermosamente negro y tu humor tan blanco.
¡Parecías un trébol de 4 hojas!
 
Dime, por favor, cuál es el último número y te diré hasta cuánto te quiero,
Hiciste de mí, arcilla, y moldeaste con tus manos, sólo que la obra no pudo ser terminada porque Dios decidió hacerla personalmente.
 
Y aquí estoy mamá, viviendo con la mitad de mi corazón, porque la otra se desvaneció en la lluvia.
Aquí estoy, escribiendo poemas, querida colega, sabías tanto como yo, que no hay mejor cura para el corazón que la tinta y el papel.
								Aún no puedo olvidarte, ni lo haré nunca.
No quiero hacerlo porque eres lo que me reafirma que sí tengo corazón, y que cuidaste de él durante 7 años.
Tu muerte fue también la mía, porque aún sigo enterrada.
No hay segundo en que no te extrañe, y cada tres días al mes te lloro desesperadamente.
Hiciste de la lluvia una danza aquella vez que mi padre corría detrás de ti entre gotas de agua y risas.
Tú calculabas el espacio y tiempo adecuado para que él te alcanzara, como diciendo: no le huyo a la felicidad, sólo sigo caminando con la plena seguridad de que llegue.
Mi señora, yo podré conocer a muchas personas pero ninguna como tú,
podré abrir mi corazón pero sólo Dios y tú lo conocieron en su totalidad y sin hacer preguntas.
Todo estaba claro.
Me gusta recordar tu pelo hermosamente negro y tu humor tan blanco.
¡Parecías un trébol de 4 hojas!
Dime, por favor, cuál es el último número y te diré hasta cuánto te quiero,
Hiciste de mí, arcilla, y moldeaste con tus manos, sólo que la obra no pudo ser terminada porque Dios decidió hacerla personalmente.
Y aquí estoy mamá, viviendo con la mitad de mi corazón, porque la otra se desvaneció en la lluvia.
Aquí estoy, escribiendo poemas, querida colega, sabías tanto como yo, que no hay mejor cura para el corazón que la tinta y el papel.
 
				 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                 
                                