María del Mar Ponce López
Moderadora de Prosas Compartiendo Tristezas
Que me devuelvan los sueños
Que me devuelvan los sueños
y que pueda ver la luna
con mis ojos de aceituna
entre suspiros pequeños.
Los dolores son los dueños,
los culpables de mi enojo,
pues me mira de reojo
la maldad y el desencanto,
y aunque controle mi llanto
una lágrima recojo.
Que nací sin algodones
y me pinchan los cristales,
que me duelen los mortales
maleficios con sus dones.
Entre versos y canciones,
entre luceros sin brillos
me peino con los cepillos
de la locura y la pena,
cual si fuera una condena
se me clavan cien cuchillos.
Mi cielo no tiene nada
por eso me desespero,
no tiene luna, lucero
ni la noche es estrellada.
Las nubes en mi alborada
se evaporan sin remedio.
Es mi vida un intermedio
entre la luz y lo oscuro,
me alimentan de cianuro
sin escusas, sin promedio.
Que me devuelvan la vida
con sus destellos azules,
y que nazcan abedules
en la sangre de mi herida.
En esta noche suicida
de suspiros y de llanto,
el viento pierde su canto,
las almas están inertes
porque nacen los más fuertes
sentimientos sin encanto.
María del Mar Ponce López
Reservados derechos de autor
Que me devuelvan los sueños
y que pueda ver la luna
con mis ojos de aceituna
entre suspiros pequeños.
Los dolores son los dueños,
los culpables de mi enojo,
pues me mira de reojo
la maldad y el desencanto,
y aunque controle mi llanto
una lágrima recojo.
Que nací sin algodones
y me pinchan los cristales,
que me duelen los mortales
maleficios con sus dones.
Entre versos y canciones,
entre luceros sin brillos
me peino con los cepillos
de la locura y la pena,
cual si fuera una condena
se me clavan cien cuchillos.
Mi cielo no tiene nada
por eso me desespero,
no tiene luna, lucero
ni la noche es estrellada.
Las nubes en mi alborada
se evaporan sin remedio.
Es mi vida un intermedio
entre la luz y lo oscuro,
me alimentan de cianuro
sin escusas, sin promedio.
Que me devuelvan la vida
con sus destellos azules,
y que nazcan abedules
en la sangre de mi herida.
En esta noche suicida
de suspiros y de llanto,
el viento pierde su canto,
las almas están inertes
porque nacen los más fuertes
sentimientos sin encanto.
María del Mar Ponce López
Reservados derechos de autor