Azalea Diaz
Miembro Conocido
Quimera
QUIMERA.
Enredado, amordazado, acartonado entre el viento de galos,
cubierto de polvo de azures.
Galopa entre el abismo del anochecer...
Sus ojos felinos devoran el sendero a su paso,
como cítrope, que calienta la luna
y engulle rocas para sacar el fuego
que le oxidó el alma.
------------
Una nodriza amarra sus entrañas y maraña
sus huesos al raer el día.
Con pesadumbre, avanza como arrastrando lápidas
mientras mastica los nauseabundos fósiles
que encuentra a su paso.
.............
Yace encerrado en un paradigma sin rostro,
en una burbuja de hule, salpicada de espinas que no
le atraviesan ni le rompen la piel.
Hielo almacenado en su lecho, le cobija y protege,
en los calurosos espasmos que sondean su pecho.
........
No ruge el león, no se arrastra la serpiente,
ni sonríe la gárgola ni le llega aliento de vida al gavilán.
Sólo una pávida existencia, que yace latente
entre el borde rotundo donde se perdió el rito
y se congeló el recuerdo.
Azalea
QUIMERA.
Enredado, amordazado, acartonado entre el viento de galos,
cubierto de polvo de azures.
Galopa entre el abismo del anochecer...
Sus ojos felinos devoran el sendero a su paso,
como cítrope, que calienta la luna
y engulle rocas para sacar el fuego
que le oxidó el alma.
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Una nodriza amarra sus entrañas y maraña
sus huesos al raer el día.
Con pesadumbre, avanza como arrastrando lápidas
mientras mastica los nauseabundos fósiles
que encuentra a su paso.
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Yace encerrado en un paradigma sin rostro,
en una burbuja de hule, salpicada de espinas que no
le atraviesan ni le rompen la piel.
Hielo almacenado en su lecho, le cobija y protege,
en los calurosos espasmos que sondean su pecho.
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No ruge el león, no se arrastra la serpiente,
ni sonríe la gárgola ni le llega aliento de vida al gavilán.
Sólo una pávida existencia, que yace latente
entre el borde rotundo donde se perdió el rito
y se congeló el recuerdo.
Azalea

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