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Siete días

Jéssica

Miembro


A todos lados donde íbamos dejábamos rastros de dolor, pena y sangre, mi madre decía que ese era nuestro castigo y que lo iba a ser siempre.
No pasábamos mucho tiempo en el mismo lugar para que la gente no sospeche, de todas maneras un invierno de 1910 la policía dio aviso de captura con una gruesa recompensa a quienes dieran datos certeros de nuestro paradero. Nos imputaban delitos de asesinatos, robos entre otros.
La noche que nos enteramos de eso tuvimos que salir inmediatamente de la ciudad donde estábamos. Dejamos todas nuestras pertenencias y huimos.
Yo soy la menor de la familia, no tenía muchos amigos ya que para ese entonces no podía asistir a la escuela de la ciudad. Hace un tiempo me diagnosticaron una enfermedad muy extraña y a pesar de estar mejor ahora mi madre tomaba sus recaudos, por lo que estudiaba en casa con ella. Mi mamá es ama de casa, no es una persona muy conversadora y pasa gran tiempo cuidando del bien familiar, a veces cose para ayudar a la economía del hogar, a mi me hizo un oso con unas sábanas viejas, y botones como ojos. Era mi compañero de aventuras, donde estaba yo estaba el oso, le faltaba parte de la oreja porque tenía la costumbre de morderla, en fin, el oso y yo eramos inseparables. Luego sigue mi hermano adolescente, el trabaja con mi padre en el negocio de la pesca o caza, lo que nos abastezca en ese momento. Ellos salen y luego revenden a los mercados y así nos abastecemos.


Viajamos por los bosques costeros de la ciudad unas semanas hasta encontrarnos con un pueblo pequeño,tendría unos 800 habitantes, Mi madre pensó que podíamos establecernos allí un tiempo ya que por lo precario del pueblo nadie vendría a buscarnos a ese lugar.
Como teníamos un poco de dinero rentamos una humilde casa un poco alejada del centro del pueblo . Con el paso de los días no fuimos adecuando al lugar y mi padre y hermano, aunque con esfuerzo, lograron la confianza de la gente y comenzaron a vender su trabajo. Salían a pescar todas las noches, su técnica era la pesca a la encandilada. Y así se los veía ir,cuando bajaba el sol, con su farol, caña, calderín y balde marchando hacia la costa.


Yo, por mi parte me había hecho un amigo, Benjamín, un niño pálido y delgado que vivía a tres casas de la mía, tenía un hermano menor de aspecto saludable y vigoroso con las mejillas rosadas. Conocí a Benjamín una tarde, cuando mis padre y hermano salían a pescar yo los acompañé y por el camino lo encontré tirado en el pasto llorando de dolor. Su mamá me dijo que estaba muy enfermo, que lo llevaría a la ciudad para que los médicos lo curaran, por lo pronto él procuraba tomar todos medicamentos dela “bruja” del pueblo, todas las infusiones que le daban para aliviar su dolor.
Cada vez que mi familia salía a pescar yo me encontraba con Benjamín, quedábamos hasta tarde en la noche jugando, él, el oso y yo. Con los días, no se si sería nuestra amistad o las pociones, estaba recuperando el semblante, se lo veía de mejor color y ánimo...
Todo iba aconteciendo muy bien en el pueblo. Día a día había trabajo y con eso nuestro alimento, que no era el mejor ni mas gustoso, a mi entender, pero nos mantenía vivos,tenía con quien jugar, y la familia tranquila y en paz...que mas podía pedir.


Un día algo perturbó nuestra descanso...alguien golpeaba nuestra puerta con fuerza en el medio dela noche...todos nos asustamos...creímos que nos habían encontrado...nadie se atrevía a abrir...hasta que escuchamos a la señora Elizabeth, la mamá de Benjamín gritar al otro lado. Mi padre fue corriendo, le abrió la puerta y ella entró, estaba temblando y muy nerviosa, preguntó si habían visto al hermano de Benjamín, el había desaparecido y lo buscaban desde la tarde. Mi papá y mi hermano acompañaron a Elizabeth a buscarlo por el bosque, estuvieron toda la noche y volvieron sin nada.
La mamá estaba devastada, lloraba sin parar. Por su parte Benjamín y yo nos acompañamos el uno al otro como entendiendo nuestro dolor.
Pasaron cinco días de tormento para la pobre madre, todo el pueblo se movilizó por la causa y llegó a nuestros oídos que la policía estaba viniendo para ayudar...teníamos que huir, no nos podíamos quedar ni un día mas ya que estábamos siendo buscados por la justicia.


Esa noche tuvimos que partir del pueblo, yo estaba muy triste, pero entendía la situación.
Tomamos lo poco que podíamos cargar y nos fuimos...


Al otro día llegó la policía, al saber de nuestro paradero en el pueblo lo primero que hicieron fue ira capturarnos, pero ya no estábamos...otra vez nos habíamos escapado. Entraron a la casa, el olor a rancio invadía el lugar,revisaron todo buscando pistas del niño...no encontraron nada, solo carne, pan y leche en mal estado, parecía que no habíamos tocado bocado ni reparamos en llevar comida para la huida.


Estuvieron el día entero buscando...hasta que encontraron un pequeño agujero en la tierra, de cual sobresalía un lienzo azul, estaba tapado por hojas y ramas...en ese momento, la madre de Benjamín, viendo todo el movimiento se echó a llorar desconsolada reconociendo la ropa de su hijo bajo tierra. El niño estaba muerto...su carne estaba blanca, parecía estar sin sangre.
Benjamín lo observaba desde lejos sin hacer ningún gesto, con el oso colgado de una mano.


Al otro día, siete días después dela muerte del niño, la mamá sale de su casa llamando a Benjamín,él ya no estaba, había desaparecido. El semblante de la pobre madre daba la pauta de estar viviendo la mayor desesperación de su vida,su mayor dolor. Salió gritando el nombre de su hijo, otra vez la misma historia, la misma búsqueda...todo el día gritando su nombre con la esperanza de encontrarlo vivo.


A la noche, un vecino encuentra el cuerpo de Benjamín dentro de una cueva muy cerca de mi casa, donde íbamos a jugar..tenía la cara llena de sangre, estaba abrazado al oso de tela. Nadie se animaba a sacarlo hasta que viniera la policía.
Llegaron, la madre en shock corre hacia su hijo, lo abraza y sorpresa es la que se lleva cuando el niño se mueve y le habla..”Ella me dijo que el séptimo día iba a dejar de sentir dolor mamá, y ya no siento nada” y mirándola sonríe mostrándole un par de colmillos asomarse a su pequeños labios ya cerca la oreja del oso a su boca, por donde bebe la sangre.
La madre abre los ojos mas grandes que nunca, la sorpresa y el terror invaden su cuerpo, no puede hablarle,pero comprende todo...


Su hermano nos sirvió de alimento y a él le curó el dolor, ahora es parte de nosotros.
Será errante como nosotros y dejará rastros de dolor y sangre por donde pase, como nosotros...
 

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