cocuzza3105
Miembro Conocido
SIGO ENAMORADO
Tus palabras, un eco que retumba,
tu sonrisa, la flor de cada día,
tu mirada parece ser la mía
que clava en mi alma su calor.
Tus manos, abanico de colores
que al viento envían sentimientos
con calma; Y con dulces movimientos
sus gestos estremecen mi interior.
Con tu garbo, gacela seductora,
fue locura haberte conocido,
sentí que esto antes había sido
un precepto marcado con razón,
como ocurre, al pensar atentamente,
en el rol que abrió esa fortuna
de dejar que el sol dé luz a la luna
y encienda de pasión su corazón.
Estar juntos, milagro de la vida
aunque crucen barreras de amianto,
el deseo prosigue siendo un canto
que alzamos teniendo siempre sed,
como peces que van siempre unidos
y navegan las aguas cristalinas
así salvar sus besos de las ruinas,
o ser presas cayendo en una red.
En las noches, estrellas son testigos
de ese ansia que envuelve y empapa
del sudor que nos quema y atrapa
como cuando un día nos ató,
y voraz el momento de fundirnos,
siendo uno, la lluvia da comienzo
al perfume mortal de un incienso,
reforzando al sentido que nació.
Y pensar que un día se terminen
las caricias que son incoercibles,
es morir en angustias permisibles
que el tiempo nos condena a envejecer.
Es por eso que busco escaparme
y no ser a un flagelo encadenado
porque aún yo sigo enamorado
de tu cuerpo, de tu alma y tu ser.
Ángel César Cocuzza
Tus palabras, un eco que retumba,
tu sonrisa, la flor de cada día,
tu mirada parece ser la mía
que clava en mi alma su calor.
Tus manos, abanico de colores
que al viento envían sentimientos
con calma; Y con dulces movimientos
sus gestos estremecen mi interior.
Con tu garbo, gacela seductora,
fue locura haberte conocido,
sentí que esto antes había sido
un precepto marcado con razón,
como ocurre, al pensar atentamente,
en el rol que abrió esa fortuna
de dejar que el sol dé luz a la luna
y encienda de pasión su corazón.
Estar juntos, milagro de la vida
aunque crucen barreras de amianto,
el deseo prosigue siendo un canto
que alzamos teniendo siempre sed,
como peces que van siempre unidos
y navegan las aguas cristalinas
así salvar sus besos de las ruinas,
o ser presas cayendo en una red.
En las noches, estrellas son testigos
de ese ansia que envuelve y empapa
del sudor que nos quema y atrapa
como cuando un día nos ató,
y voraz el momento de fundirnos,
siendo uno, la lluvia da comienzo
al perfume mortal de un incienso,
reforzando al sentido que nació.
Y pensar que un día se terminen
las caricias que son incoercibles,
es morir en angustias permisibles
que el tiempo nos condena a envejecer.
Es por eso que busco escaparme
y no ser a un flagelo encadenado
porque aún yo sigo enamorado
de tu cuerpo, de tu alma y tu ser.
Ángel César Cocuzza