María del Mar Ponce López
Moderadora de Prosas Compartiendo Tristezas
Solo era un gato
Solo era un gato, un gato, me decían, pero era mi más sincero y fiel compañero, eso nadie lo entendían. Cuando la soledad nos envuelve, buscamos algo que nos dé un poco de ilusión, un simple animal a veces lo es todo.
El día veintiocho de diciembre hará un año que mi gatito Terco murió, desde ese día no he dejado de recordarlo, todos los días he llorado por su ausencia. Parece mentira que un animal pueda dar tanto, aportar tanto al alma de un ser humano. El me miraba con sus ojitos lindos y grandes y todas mis penas se hacía más pequeñas, pero en la navidad del año pasado enfermó. El día 25 de diciembre busqué como loca a un veterinario, una clínica para llevarlo, pero era navidad y no había ningún lugar, aún así, vino una veterinaria a mi casa, le puso una inyección y hablé con otra para llevarlo al día siguiente. La verdad es que mi economía es muy pobre, pero por él lo hubiera dado todo, y el día 26 por fin lo pude ingresar en una clínica. Me dio mucha pena dejarlo allí, pero no quedaba otro remedio, él, dentro de lo que cabe no estaba del todo muy mal, yo me fui de allí con esperanzas de que en unos días podría ir a por él, al mismo tiempo yo me puse muy enferma, me dio una gran bronquitis, quería ir a verlo pero no podía ni conducir, eso sí todos los días hablaba con la veterinaria por teléfono.
El viernes día veintisiete de diciembre le pregunté a la supuesta veterinaria, digo supuesta porque no me creo todo cuanto me dijo, ella me aseguró que el gato estaba mejor, eso fue por la noche, yo me animé, pensé que pronto me lo iba a traer de nuevo, pero no fue así. El día 28 de diciembre, sábado la veterinaria me llamó, yo pensaba que era para decirme que lo recogiera, cual fue mi gran dolor cuando me dijo que había muerto, era un dolor tan profundo que no podía hablar. Lo peor de todo es que no sé si el gato murió de muerte natural o me lo mataron, eran unas fechas muy señaladas y caía junto el fin de semana con el fin de año y nunca me creí que mi Terco no se salvase. Estaba grande y fuerte, ella me dió esperanzas, pero supongo que no le apetecía pasar todo el fin de semana con mi gato. No sé lo que pasó, algo me dice que no me dijo la verdad y lo sacrificó, porque solo era un gato.
Nadie quizás me entienda, es difícil de explicar. Cuando casi no se tiene nada, cuando la vida duele tanto, cuando las ilusiones se inventan, no aparecen por ningún lugar,es tan importante un animal como una persona o más. La vida me ha enseñado que los animales nos aman sin condiciones, nos quieren por lo que somos, no por lo que tenemos. Ese día un trozo de mi corazón se rompió. Sí, solo era un gato, pero qué sabe nadie lo que significaba para mí su presencia, nadie sabe nada de nadie, yo sí sé que durante un año entero, ni un solo día ha pasado sin acordarme de él y sin llorar por su ausencia. Y SOLO ERA UN GATO...
María del Mar Ponce López
Solo era un gato, un gato, me decían, pero era mi más sincero y fiel compañero, eso nadie lo entendían. Cuando la soledad nos envuelve, buscamos algo que nos dé un poco de ilusión, un simple animal a veces lo es todo.
El día veintiocho de diciembre hará un año que mi gatito Terco murió, desde ese día no he dejado de recordarlo, todos los días he llorado por su ausencia. Parece mentira que un animal pueda dar tanto, aportar tanto al alma de un ser humano. El me miraba con sus ojitos lindos y grandes y todas mis penas se hacía más pequeñas, pero en la navidad del año pasado enfermó. El día 25 de diciembre busqué como loca a un veterinario, una clínica para llevarlo, pero era navidad y no había ningún lugar, aún así, vino una veterinaria a mi casa, le puso una inyección y hablé con otra para llevarlo al día siguiente. La verdad es que mi economía es muy pobre, pero por él lo hubiera dado todo, y el día 26 por fin lo pude ingresar en una clínica. Me dio mucha pena dejarlo allí, pero no quedaba otro remedio, él, dentro de lo que cabe no estaba del todo muy mal, yo me fui de allí con esperanzas de que en unos días podría ir a por él, al mismo tiempo yo me puse muy enferma, me dio una gran bronquitis, quería ir a verlo pero no podía ni conducir, eso sí todos los días hablaba con la veterinaria por teléfono.
El viernes día veintisiete de diciembre le pregunté a la supuesta veterinaria, digo supuesta porque no me creo todo cuanto me dijo, ella me aseguró que el gato estaba mejor, eso fue por la noche, yo me animé, pensé que pronto me lo iba a traer de nuevo, pero no fue así. El día 28 de diciembre, sábado la veterinaria me llamó, yo pensaba que era para decirme que lo recogiera, cual fue mi gran dolor cuando me dijo que había muerto, era un dolor tan profundo que no podía hablar. Lo peor de todo es que no sé si el gato murió de muerte natural o me lo mataron, eran unas fechas muy señaladas y caía junto el fin de semana con el fin de año y nunca me creí que mi Terco no se salvase. Estaba grande y fuerte, ella me dió esperanzas, pero supongo que no le apetecía pasar todo el fin de semana con mi gato. No sé lo que pasó, algo me dice que no me dijo la verdad y lo sacrificó, porque solo era un gato.
Nadie quizás me entienda, es difícil de explicar. Cuando casi no se tiene nada, cuando la vida duele tanto, cuando las ilusiones se inventan, no aparecen por ningún lugar,es tan importante un animal como una persona o más. La vida me ha enseñado que los animales nos aman sin condiciones, nos quieren por lo que somos, no por lo que tenemos. Ese día un trozo de mi corazón se rompió. Sí, solo era un gato, pero qué sabe nadie lo que significaba para mí su presencia, nadie sabe nada de nadie, yo sí sé que durante un año entero, ni un solo día ha pasado sin acordarme de él y sin llorar por su ausencia. Y SOLO ERA UN GATO...
María del Mar Ponce López

