Viéndote recostada indiferente
desnuda, das la espalda al mismo beso,
esclavo, como tonto gorrión preso,
de tus primeros besos en mi frente
Hoy la apatía raya mi cordura
una inyección en mis manos vacías (ritmo dactílico: acentos en 1ª, 4ª, 7ª y 10ª)
ahora vivo mis últimos días (acento en 7ª)
anémico lazo que se fractura (acento en 5ª)
Miro el reloj, contemplando esa fresa (acentos en 1ª, 4ª, 7ª y 10ª)
el lugar donde yo te conocí
como la noche de ese primer beso
Una tristeza siento en mi cabeza
sufro con lágrimas cómo te herí!! (acentos 1ª, 4ª, 7ª y 10ª)
sin tu amor, afligido, estoy preso (acento en 7ª)
Dr José Roberto Hernández (Vampi)
Estimado José Roberto:
Tu soneto presenta algunas irregularidades que te señalo en rojo. Fundamentalmente, son debidas a la colocación de los acentos. Como muy acertadamente indica Cocuzza, los endecasílabos pueden tener hasta 23 esquemas diferentes de acentuación, y casi todos ellos pueden combinarse entre sí, porque tienen en común un acento principal en la 6ª sílaba, o bien en las sílabas 4ª y 8ª. La excepción son los endecasílabos de ritmo dactílico, que acentúan –entre otras- la 7ª sílaba, algo que les hace incompatibles con el resto de versos de 11 sílabas: si un poema se inicia con endecasílabos dactílicos, debe continuarse con esa misma clase hasta el final.
La regla de oro es cuidar de que los acentos no recaigan en las sílabas 5ª ó 7ª, que deben considerarse como “prohibidas”. La excepción a esta regla se produce cuando un verso tiene acentos en las sílabas 5ª ó 7ª (o en las dos), pero
además tiene un acento claro también en la 6ª sílaba. En este único caso es aceptable el acento en las sílabas 5ª y 7ª, pudiéndose dar el caso de un verso con acentos en las sílabas 5ª, 6ª, y 7ª y ser perfectamente válido.
Si me permites un consejo, yo empezaría con algo mucho más sencillo, como son los romances. Que sea más “sencillo” no significa que sea menos bello o que suponga menos mérito: algunas de las obras más brillantes de la poesía de habla hispana han sido escritas en romances. Un buen ejemplo de ello es el romance titulado “A buen juez, mejor testigo”, del inmortal José Zorrilla.
Para cualquier duda que te surja, estoy a tu disposición.
Un abrazo.