Víctor
Moderador de Poesía Jocosa
Qué tristeza tan grande se siete cuando un alma
que entregó su ternura y su rendido amor,
compartiendo momentos con inmenso fervor,
propiciando al amado ilusiones y calma.
Cuando se ve perdida porque nada la ensalma
y se agota su esencia, su alegría y vigor,
por tener en el pecho un intenso dolor
y una angustia indecible que en su mente se empalma.
No hay consuelo que pueda mitigar esa pena,
por el dardo punzante que causara la herida;
es sentir que se lleva una dura condena
por el tiempo que resta en la senda de vida
que de angustias dolientes y de llanto está llena:
es un algo que pesa y que nunca se olvida.
que entregó su ternura y su rendido amor,
compartiendo momentos con inmenso fervor,
propiciando al amado ilusiones y calma.
Cuando se ve perdida porque nada la ensalma
y se agota su esencia, su alegría y vigor,
por tener en el pecho un intenso dolor
y una angustia indecible que en su mente se empalma.
No hay consuelo que pueda mitigar esa pena,
por el dardo punzante que causara la herida;
es sentir que se lleva una dura condena
por el tiempo que resta en la senda de vida
que de angustias dolientes y de llanto está llena:
es un algo que pesa y que nunca se olvida.
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