Ya no hay camelios en aquel jardín, ni colores o rayos de luz. Desolado está… y triste.
Ya no ladran perros en aquel rincón;solo hay tierra seca… vacío y un recuerdo.
Dos años hace que Juan se fue, envuelto en el manto de la fría sombra. Dos veranos sin saciar su sed esas raíces escondidas por la vergüenza de ser comparadas con los pétalos y las mariposas.
María no ha vuelto a pasar por allí y la gente del pueblo se pregunta si lo hacía para ver a Juan o a su jardín. LLegan incluso a hacer apuestas al respecto, pero … ¿cómo probarlo?. Arreglarán el jardín.
Nadie la volvió a ver pasar por aquella calle, ni siquiera cuando de nuevo florecieron los camelios, pero nunca faltó en la tumba de Juan una camelia blanca.
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