Tu voz me suena al tañido
que alegre repica, allá, en la otananza,
tocando sus notas, en viva danza,
campana inmune al olvido.
Suave penetra, como un vahido,
con la firmeza de una lanza,
que sin perder su camino, avanza,
hasta atravesarme y quedar herido.
Herido de amor, de ternura,
de lujuria...