Ocre, que tiñes los rincones
con hojas viajeras
mecidas por el viento,
entre aromas de humedad
y chimeneas,
de pucheros y asados,
de tabernas viciadas
al resguardo de las aguas.
Te despedí con pena
y abrigado de las nieves
y ahora vuelves a mi
robando mis horas de luz...