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¡Cómo olvidarte!

¡Cómo olvidarte!


Tarde sin sol, triste, melancólica.
Caminando llegué hasta la orilla del mar, fijando mis ojos en esas aguas
revoltosas sin un color definido.
La turbulencia me revolvió recuerdos de aquel verano tórrido y tumultuoso.
Como hormigas se veían los turistas, perezosos.
Sombrillas multicolores, niños revoloteando como mariposas; parejas besándose ardientes como el sol y nosotros dos, riendo sobre la espuma
que refrescaba nuestra piel caliente.
De pronto, gaviotas gritando me devolvieron al presente.
Mi tardecita otoñal estaba vacía, volví unos pasos, miré hacia atrás, sólo un anciano mendigo arrastraba soledad. Sentí su pena como mía.
Elevé mi memoria, quería pensar, soñar con tu boca fruta de pasión.
Gaviotas ruidosas quise emular, al velero alcanzar, cruzar el océano y no volver jamás.
Pero ese amor, una vez más me tocó la frente.
Mirada de terciopelo alcanzando la cima de mis quimeras, para hacerlas realidad.
¡Cómo olvidar tu boca, tu fragancia salobre, tu piel de luna!
¿Pretender que fue sólo un sueño porque ya no estás?
No, ya no estás. El destino te arrancó la vida y me quedé aquí, para verte en esa estrella que me ilumina.
Sobre tu tierra fui flor, abriéndome lentamente, pétalo a pétalo, que libaste con tu boca insaciable.
Desplegaste tu hombría inseminando la flor y fuiste lluvia de besos arrastrándome hasta el éxtasis.
Tu boca, mi boca.
¡Cómo olvidarte!...si tu boca se durmió en mi boca, amor mío.

 
¡Cómo olvidarte!


Tarde sin sol, triste, melancólica.
Caminando llegué hasta la orilla del mar, fijando mis ojos en esas aguas
revoltosas sin un color definido.
La turbulencia me revolvió recuerdos de aquel verano tórrido y tumultuoso.
Como hormigas se veían los turistas, perezosos.
Sombrillas multicolores, niños revoloteando como mariposas; parejas besándose ardientes como el sol y nosotros dos, riendo sobre la espuma
que refrescaba nuestra piel caliente.
De pronto, gaviotas gritando me devolvieron al presente.
Mi tardecita otoñal estaba vacía, volví unos pasos, miré hacia atrás, sólo un anciano mendigo arrastraba soledad. Sentí su pena como mía.
Elevé mi memoria, quería pensar, soñar con tu boca fruta de pasión.
Gaviotas ruidosas quise emular, al velero alcanzar, cruzar el océano y no volver jamás.
Pero ese amor, una vez más me tocó la frente.
Mirada de terciopelo alcanzando la cima de mis quimeras, para hacerlas realidad.
¡Cómo olvidar tu boca, tu fragancia salobre, tu piel de luna!
¿Pretender que fue sólo un sueño porque ya no estás?
No, ya no estás. El destino te arrancó la vida y me quedé aquí, para verte en esa estrella que me ilumina.
Sobre tu tierra fui flor, abriéndome lentamente, pétalo a pétalo, que libaste con tu boca insaciable.
Desplegaste tu hombría inseminando la flor y fuiste lluvia de besos arrastrándome hasta el éxtasis.
Tu boca, mi boca.
¡Cómo olvidarte!...si tu boca se durmió en mi boca, amor mío.

MATILDE

Cual libre gaviota, llevas tus maravillosos
ensueños apasionados y nos relatas exquisitamente.

Abrazos y besos desde mi balcón quiteño
de geranios multicromáticos,

Guillermo.

 

MARIPOSA NEGRA

********
bellísimo relato Matilde, el amor nos invade con su dulce veneno, nos convierte en tierra fértil en fruto y flor, del mismo modo nos deshoja y marchita cuando quien amamos se aleja de nuestro lado, los recuerdos duelen y llegan a pesar pero también nos devuelven un poco ese latir, ese burbujeo que no tenemos más, un enorme placer leerte, besos
 

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