Francisco Escobar Bravo
Miembro Conocido
Hoy hace una semana venía de realizar unas gestiones cuando me detuve en el quiosco de Prensa de un amigo, en plena calle de Alcalá.
Estuvimos charlando un instante y observé que tenía unos cuantos libros de los llamados “de viejo”, al precio cada uno de un euro.
Curioso, como de costumbre, los eché un vistazo y me hallé con la sorpresa de encontrar las LEYENDAS de Gustavo Adolfo Bécquer en dos pequeños ejemplares y LE LAZARILLO DE TORMES. De Anónimo. Ya saben, el autor más prolífico que nunca ha existido.
Las LEYENDAS las tengo desde mi juventud y calculo que las habré leído unas cinco o seis veces, el LAZARILLO no. He visto la magnífica serie que realizó hace años Televisión Española y sí he leído pasajes, pero íntegra no la había leído nunca.
Quise traerle a mi esposa las obras de Bécquer que a mí, personalmente, me agradan bastante más que sus RIMAS y le dije a mi amigo que me las vendiera. Por ser yo quien era me las cedió, los tres ejemplares, por un solo euro. Le di las gracias y me vine para casa, muy pensativo.
Si tres de las grandes obras maestras de la Literatura castellana se cotizan a un euro, amistades aparte, ¿qué esperanzas tiene de poder vender en 12 o 20 euros un libro de poemas un autor novel desconocido por el gran público? Prácticamente, ninguna.
Excepto que se sea amiguete de los presentadores de emisoras radio, a los que llamas para que te hagan una entrevista y promocionen tu libro a cambio de esa amistad o de vaya usted a saber qué.
La primera dificultad con la que se encuentra el poeta novel, e incluyo a los que como yo pasamos de los 70 años porque si nos conocen da lo mismo tener 18 que 90, seguimos siendo noveles, es el poco interés que despiertan en el editor que les recibe. - ¿Otro autor? Pues que entre y a ver cuánto le sacamos por el bodrio que sin duda nos va a presentar. -.
Y lo mismo les da que lo que les enseñen sea en efecto una castaña o un poemario digno de Lope de Vega. A ellos lo que les interesa es el escritor en función de los beneficios que puede rendirles, y en eso llevan razón y así ha sido siempre, pero a cambio de no invertir nada. Si quiere publicar tendrá que costearse la edición y luego ya veremos.
Autores de fama, novelistas sobre todo incluyendo al propio Arturo Pérez Reverte, tienen que ir mendigando esos minutos de publicidad de que he hablado. De ahí la estampida tan célebre del insigne Francisco Umbral: - ¡Yo he venido a hablar de mi libro y si vamos a hablar de otra cosa me voy! -. Y se marchó.
Cuando hace años un buen amigo se ofreció a sufragarme la edición de una de mis obras, cuyo importe acabó pagando mi difunto hermano Antonio Escobar, me lo medité muy mucho y pensé que la Poesía “vende poco”. Por ello elegí mi novela ODÍN, EL PERRO DE FUEGO y me puse al habla con un editor que me recomendó una conocida. Fui precavido y no me volví loco, encargando solamente cien ejemplares. Los cuales, y con suerte y esfuerzo personal, vendí en menos de un mes. Conocía de sobra a autores que han encargado mil o más libros y luego han tenido material para empapelar las paredes de su casa. Por eso, cuando alguno me dice que le ha publicado un libro de poemas a veces pregunto que por cuánto le ha salido la broma. Alguno asegura que nada, que se lo han subvencionado y efectivamente en casos muy extraños puede producirse tal hecho volviendo al asunto de los amiguetes de turno.
Pero lo normal no es eso, sino que el autor se lo costee y después que salga el sol por Antequera.
La Editorial que imprimió, es que realmente y por mucho que se anuncien no pasa de ser una imprenta, mi ODÍN promocionó tan “magníficamente” la novela que aparte de los cien ejemplares que encargué tan sólo vendió uno por encargo y a una gran amiga mía, como ella sabe. Y les aseguro que mi novela pudo ser un éxito, sin soñar en un best – seller pero cosas peores se han visto. Así me lo han manifestado posteriormente quienes la adquirieron y no fue por halago.
Las LEYENDAS de Bécquer por menos de un euro… Y yo no me considero don Gustavo Adolfo, así que dejo los trastos de matar para otro más optimista.
¡Hasta pronto!
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