Carmen Cano
Miembro Conocido
Cuentan algunas voces, no sé si malintencionadas o no, que en un frondoso jardín en algún lugar del mundo, existe un jardinero loco que pasea cada noche como si fuera un fantasma, todos dicen que busca algo, los más trágico hacen correr el rumor de que busca almas en pena, otros dicen que solo busca descanso, algunos incluso aseguran que no es cierto.
Existen muchas historias, pero tan sólo una persona conoce su secreto, si me prometes guardarlo lo compartiré contigo:
Hace ya algún tiempo, cuando ese viejo jardinero no era más que un muchacho se enamoró de la hija de los dueños, era un amor imposible, pero a ellos no les importaba demasiado, disfrutaban de su amor, eso sí siempre escondidos, con miedo a que alguien hiciera saber a los padres de ella de aquel amor imposible, porque si lo descubrían tendrían que separarse.
Cada noche esos dos enamorados paseaban de la mano por aquellos jardines, era su refugio, su lugar apartado del mundo, donde podían ser sólo ellos sin importarles el resto. Para celebrar su primer año de amor, el jardinero decidió regalar a su amada algo que fuera importante para ellos, pero que a nadie hiciera pensar que ese simple regalo encerraba toda la esencia de su amor, plantó un hermoso árbol, con la promesa de cuidarle juntos y verle crecer de la misma forma que crecería su amor.
Pero pasó el tiempo, y la chica tuvo que partir, pasaron meses y el jardinero no supo de ella, pasaron años y no hubo noticias, aún así el jardinero seguía cuidando aquel árbol con el mismo cariño y dedicación como si de su amada se tratara.
Esperó y esperó su regreso, nadie sabe cuánto esperó, el peso de tantas lunas de ausencia fue envejeciendo a aquel árbol hasta secarle por completo.
Aquella niña que ya sería mujer, nunca volvió a aparecer, pero el jardinero no dejó ni un solo día de visitar el triste y seco árbol, llegaba y se sentaba a sus pies, algunos dicen que le hablaba, incluso que en más de una ocasión le vieron llorando abrazado a su tronco.
Llegó a él cada noche hasta el fin de sus días, albergando la esperanza de que su amada regresara y pudiera encontrarle allí.
Hay un jardín, en algún lugar del mundo, en que cada noche un jardinero que nadie sabe si es real o solo una fantasía, cuida de un árbol completamente seco, pero que una de sus ramas aún florece cada primavera, conservando la esperanza de que algún día un amor vuelva a florecer.
Existen muchas historias, pero tan sólo una persona conoce su secreto, si me prometes guardarlo lo compartiré contigo:
Hace ya algún tiempo, cuando ese viejo jardinero no era más que un muchacho se enamoró de la hija de los dueños, era un amor imposible, pero a ellos no les importaba demasiado, disfrutaban de su amor, eso sí siempre escondidos, con miedo a que alguien hiciera saber a los padres de ella de aquel amor imposible, porque si lo descubrían tendrían que separarse.
Cada noche esos dos enamorados paseaban de la mano por aquellos jardines, era su refugio, su lugar apartado del mundo, donde podían ser sólo ellos sin importarles el resto. Para celebrar su primer año de amor, el jardinero decidió regalar a su amada algo que fuera importante para ellos, pero que a nadie hiciera pensar que ese simple regalo encerraba toda la esencia de su amor, plantó un hermoso árbol, con la promesa de cuidarle juntos y verle crecer de la misma forma que crecería su amor.
Pero pasó el tiempo, y la chica tuvo que partir, pasaron meses y el jardinero no supo de ella, pasaron años y no hubo noticias, aún así el jardinero seguía cuidando aquel árbol con el mismo cariño y dedicación como si de su amada se tratara.
Esperó y esperó su regreso, nadie sabe cuánto esperó, el peso de tantas lunas de ausencia fue envejeciendo a aquel árbol hasta secarle por completo.
Aquella niña que ya sería mujer, nunca volvió a aparecer, pero el jardinero no dejó ni un solo día de visitar el triste y seco árbol, llegaba y se sentaba a sus pies, algunos dicen que le hablaba, incluso que en más de una ocasión le vieron llorando abrazado a su tronco.
Llegó a él cada noche hasta el fin de sus días, albergando la esperanza de que su amada regresara y pudiera encontrarle allí.
Hay un jardín, en algún lugar del mundo, en que cada noche un jardinero que nadie sabe si es real o solo una fantasía, cuida de un árbol completamente seco, pero que una de sus ramas aún florece cada primavera, conservando la esperanza de que algún día un amor vuelva a florecer.