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Una noche de aventura. Vivencia.

Una noche de aventura


Era noche, de repente me invadió el deseo de escapar a tanta indiferencia. Tomé un bolso con algunas cosas, ni siquiera podía pensar, todo era de invierno. Tomé mi celular y el dinero, nada me importaba, sólo salir como rata asustada con dos linternas una que prendía y apagaba; las acomodé así nomás en la luneta trasera con unos trapos y ropa. Me subí a mi Dodge viejo y maltrecho, salí como si me persiguieran a un destino desconocido. No había quién me detuviera. Pensaba si me alcanzaría la nafta… Llegué a donde los puentes con carteles me orientaban, elegí el camino a Miramar sin tener en cuenta los kilómetros para llegar. La oscuridad era total, entonces llamé a mi hijo y le dije que me iba a Miramar. Asustado me dijo que lo esperara. Corté y seguí mi viaje sin carnet de conductor; sin ninguna luz en mi auto; las luces de las linternas se apagaban y prendían de a ratos hasta que dejaron de hacerlo.
Al amanecer llegué a mi destino y en el primer hotelucho estacioné, mientras mi hijo y mi yerno llamaban y me buscaban…
Me teñí el pelo, me bañé y me fui a dormir. Al otro día caminé por todos lados, llegué a la playa vacía. Volví sobre mis pasos, me senté en una cafetería donde comencé a escribir poesía.
La dueña del hotel me contó sobre un lugar mágico y cómo llegar. Mi asombro fue total al ver los árboles torcidos hacia el centro de ese bosque, miré hacia arriba y todos coincidían dejando un pequeño espacio para ver el cielo. Mucha gente acampaba alrededor del bosque. Iban con una esperanza, la de curarse o pedir la cura de un familiar enfermo. Un cartel de la NASA advertía sobre las investigaciones hechas sobre el lugar. Según la gente había un objeto desconocido bajo la tierra.
Todo un círculo carecía de árboles, justo donde se veía el cielo. Tomé dos palitos, uno lo planté, al otro lo puse arriba el que quedó moviéndose y haciendo equilibrio sin caerse…
Volví a la ciudad y caminé bajo la lluvia de invierno pensando que las cosas suceden por alguna razón.
Viví mi aventura, fui feliz por dos días…
 

MARIPOSA NEGRA

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excelente relato Matilde, de vez en cuando hace falta salir de la rutina, para poder recobrar la estabilidad, un placer enorme leerte, besos
 
excelente relato Matilde, de vez en cuando hace falta salir de la rutina, para poder recobrar la estabilidad, un placer enorme leerte, besos

Así es amiga, fue toda una aventura, pero mi audacia no tiene límites.

Volví renovada y lamento ya no poder volver.

¡Muchas gracias querida Mariposa Negra por tu hermoso comentario! Besos desde mi verde mar.

 

Adjuntos

Una noche de aventura


Era noche, de repente me invadió el deseo de escapar a tanta indiferencia. Tomé un bolso con algunas cosas, ni siquiera podía pensar, todo era de invierno. Tomé mi celular y el dinero, nada me importaba, sólo salir como rata asustada con dos linternas una que prendía y apagaba; las acomodé así nomás en la luneta trasera con unos trapos y ropa. Me subí a mi Dodge viejo y maltrecho, salí como si me persiguieran a un destino desconocido. No había quién me detuviera. Pensaba si me alcanzaría la nafta… Llegué a donde los puentes con carteles me orientaban, elegí el camino a Miramar sin tener en cuenta los kilómetros para llegar. La oscuridad era total, entonces llamé a mi hijo y le dije que me iba a Miramar. Asustado me dijo que lo esperara. Corté y seguí mi viaje sin carnet de conductor; sin ninguna luz en mi auto; las luces de las linternas se apagaban y prendían de a ratos hasta que dejaron de hacerlo.
Al amanecer llegué a mi destino y en el primer hotelucho estacioné, mientras mi hijo y mi yerno llamaban y me buscaban…
Me teñí el pelo, me bañé y me fui a dormir. Al otro día caminé por todos lados, llegué a la playa vacía. Volví sobre mis pasos, me senté en una cafetería donde comencé a escribir poesía.
La dueña del hotel me contó sobre un lugar mágico y cómo llegar. Mi asombro fue total al ver los árboles torcidos hacia el centro de ese bosque, miré hacia arriba y todos coincidían dejando un pequeño espacio para ver el cielo. Mucha gente acampaba alrededor del bosque. Iban con una esperanza, la de curarse o pedir la cura de un familiar enfermo. Un cartel de la NASA advertía sobre las investigaciones hechas sobre el lugar. Según la gente había un objeto desconocido bajo la tierra.
Todo un círculo carecía de árboles, justo donde se veía el cielo. Tomé dos palitos, uno lo planté, al otro lo puse arriba el que quedó moviéndose y haciendo equilibrio sin caerse…
Volví a la ciudad y caminé bajo la lluvia de invierno pensando que las cosas suceden por alguna razón.
Viví mi aventura, fui feliz por dos días…
MATILDE

¡Ya sabes cómo hacerlo!

Prepara un bolso y mi balcón
de geranios te espera ansioso.

Vivirás miles de días de ventura.

Abrazos y besos desde mi balcón quiteño
de geranios multicromáticos,

Guillermo.

 
MATILDE

¡Ya sabes cómo hacerlo!

Prepara un bolso y mi balcón
de geranios te espera ansioso.

Vivirás miles de días de ventura.

Abrazos y besos desde mi balcón quiteño
de geranios multicromáticos,

Guillermo.

¡Muchas gracias por tu invitación que aceptaría de buen grado!
Mi querido amigo si pudiera remontaría vuelo pero ya no soy la de antes.

¡Tantas veces subí a un avión para ir al sur, hasta que la última vez (hace 6 años) el pánico me invadió!

De allí en más me fui quedando poco a poco, hasta terminar como una monja, encerrada (agorafobia)

La depresión fue en aumento y aquí estoy. No te merezco pues soy una persona triste y apagada.

Cada vez se me hace más difícil comentar o entrar a dejar mis poemas.
No escribo nada. Arreglo algunas cosas y nada más.

¡Besos y abrazos hasta tu balcón y tus geranios!
 

Maria Jose

Miembro Conocido
Me ha resultado divertida tu hazaña, a veces la monotonía se hace tan pesada que dan ganas de hacer alguna locura sana, como la tuya, ir en busca de dos días de felicidad, no es pedir demasiado, le viene bien a una y seguro que los de alrededor también ganaron con tu alegría renovada.
Me ha gustado leerte Matilde.
Un abrazo.
 
Me ha resultado divertida tu hazaña, a veces la monotonía se hace tan pesada que dan ganas de hacer alguna locura sana, como la tuya, ir en busca de dos días de felicidad, no es pedir demasiado, le viene bien a una y seguro que los de alrededor también ganaron con tu alegría renovada.
Me ha gustado leerte Matilde.
Un abrazo.

Querida María José, mira como estaré de mal que había olvidado que escribí ésto
y lo dejé aquí.
Este viaje lo hice así como lo cuento y luego volví después de haber comprado otro auto
y con los papeles en orden.
Fueron días inolvidables y volvía renovada y hasta con otra cara.

¡Muchas gracias linda amiga por tus ciertas palabras ya que todos me vieron cambiada!

Besos desde mi bosque.
 

SANDRA BLANCO

Administradora - JURADO
Una noche de aventura


Era noche, de repente me invadió el deseo de escapar a tanta indiferencia. Tomé un bolso con algunas cosas, ni siquiera podía pensar, todo era de invierno. Tomé mi celular y el dinero, nada me importaba, sólo salir como rata asustada con dos linternas una que prendía y apagaba; las acomodé así nomás en la luneta trasera con unos trapos y ropa. Me subí a mi Dodge viejo y maltrecho, salí como si me persiguieran a un destino desconocido. No había quién me detuviera. Pensaba si me alcanzaría la nafta… Llegué a donde los puentes con carteles me orientaban, elegí el camino a Miramar sin tener en cuenta los kilómetros para llegar. La oscuridad era total, entonces llamé a mi hijo y le dije que me iba a Miramar. Asustado me dijo que lo esperara. Corté y seguí mi viaje sin carnet de conductor; sin ninguna luz en mi auto; las luces de las linternas se apagaban y prendían de a ratos hasta que dejaron de hacerlo.
Al amanecer llegué a mi destino y en el primer hotelucho estacioné, mientras mi hijo y mi yerno llamaban y me buscaban…
Me teñí el pelo, me bañé y me fui a dormir. Al otro día caminé por todos lados, llegué a la playa vacía. Volví sobre mis pasos, me senté en una cafetería donde comencé a escribir poesía.
La dueña del hotel me contó sobre un lugar mágico y cómo llegar. Mi asombro fue total al ver los árboles torcidos hacia el centro de ese bosque, miré hacia arriba y todos coincidían dejando un pequeño espacio para ver el cielo. Mucha gente acampaba alrededor del bosque. Iban con una esperanza, la de curarse o pedir la cura de un familiar enfermo. Un cartel de la NASA advertía sobre las investigaciones hechas sobre el lugar. Según la gente había un objeto desconocido bajo la tierra.
Todo un círculo carecía de árboles, justo donde se veía el cielo. Tomé dos palitos, uno lo planté, al otro lo puse arriba el que quedó moviéndose y haciendo equilibrio sin caerse…
Volví a la ciudad y caminé bajo la lluvia de invierno pensando que las cosas suceden por alguna razón.
Viví mi aventura, fui feliz por dos días…

Una aventura que rompió la rutina y trajo un respiro a la protagonista,precioso relato amigo,un gusto leerte,gracias por compartir,un beso grande.
 
Matilde: me encantó tu noche de aventura, y sobre todo la decisión de escribirla, que es como congelar esos momentos únicos y al pasar el tiempo, ya en otras circunstancias, quizá sin posibilidad de repetir la osadía, puedes revivirla leyendo y compartiéndola a través de tu narración...a lo mejor te entusiasmas y vuelves a hacer una escapadita de esas, quizá más seguro en algún tour, eh? Te felicito
 
Matilde: me encantó tu noche de aventura, y sobre todo la decisión de escribirla, que es como congelar esos momentos únicos y al pasar el tiempo, ya en otras circunstancias, quizá sin posibilidad de repetir la osadía, puedes revivirla leyendo y compartiéndola a través de tu narración...a lo mejor te entusiasmas y vuelves a hacer una escapadita de esas, quizá más seguro en algún tour, eh? Te felicito

¡Muchas gracias querida amiga Reina Mora por tu hermoso comentario!
Ojalá pudiera revivirlo, pero ahora estoy imposibilitada.
No puedo ir a ningún lado.
Muchos problemas me lo impiden.

Besos desde mi bosque lluvioso.
 

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