Eran las tres de la tarde
y una llamada recibo,
desde la residencia
de señores abuelitos,
una enfermera me dice:
lo siento Sra, se fue su tía…
-¡Cómo! ¡Qué ha sucedido!
¡ En las vísperas,
no nos abandonaría!
Pobre mi tía querida,
con sus ciento un añitos...
¿A caso tenía problemas cardíacos...