Hoy, como al descuido, abrí la vieja y raída maleta donde se han ido acurrucando los recuerdos.
Allí, en un rinconcito, dobladita y tan prolija, encontré la rayuela anaranjada. Y el pedazo de ladrillo terracota sonriente y aún con todo su esplendor, me saludó de inmediato, soñando tal vez que lo...